A principios de este 2025 lei el artículos de propósitos para el nuevo año de una amiga, y ahí vi por primera vez la palabra “Accountability”, la cual está enfocada en el estado consciente del uso del tiempo personal, y fue solo hasta hace unos días que recordé esa lectura, y me di cuenta que he estado aplicando este concepto.

Hay términos que nacen en las empresas y luego, sin darnos cuenta, se deslizan a nuestras vidas personales. Accountability es uno de ellos, originalmente era una métrica para evaluar el desempeño en contextos laborales. Pero hoy, en esta era donde las estructuras se desdibujan, el tiempo es flexible y la autoexigencia es silenciosa, se ha convertido en algo mucho más profundo, una decisión consciente de cómo queremos vivir.

¿Qué es accountability?

De forma simple, accountability es la capacidad de asumir la responsabilidad de nuestras acciones y sus consecuencias. No desde la culpa ni desde la presión externa, sino desde el compromiso con lo que valoramos.

El coach Pepe Villacís lo define como una decisión personal de querer ser mejor, de superar las dificultades o problemas que se presenten, de ser una persona excelente en su vida y en su trabajo, una persona que actúa de manera inteligente, que insiste y persevera hasta lograr los resultados deseados.

Pero más allá de esa definición inspiradora, lo que me impactó es cómo este concepto puede aplicarse a lo cotidiano, especialmente en contextos donde ya nadie te dice qué hacer.

El espejo como jefe: cuando tu tiempo ya no tiene relojes

Hace poco más de año tomé una decisión importante, cambiar de carrera. Venía de un sistema laboral donde había horarios, guardias, tareas pautadas. Ahora trabajo en un entorno remoto, tech, con tiempo completamente flexible. Y ahí fue cuando el concepto de accountability dejó de ser teoría para mí. Porque no es lo mismo "tener tiempo" que "saber qué hacer con él".

Hay días en los que parece que no hice nada, semanas que pasan y me siento estancada. Pero cuando paro a mirar con honestidad, descubro que sí he avanzado. Que hubo momentos incómodos que enfrenté, tareas pequeñas que resolví con integridad, decisiones difíciles que tomé sin aplausos. Eso también es accountability. Y nadie te lo mide, nadie te lo celebra.

No es optimización. Es alineación.

A veces se confunde el accountability con la productividad. Pero no se trata de hacer más cosas en menos tiempo. Se trata de hacer lo que importa, incluso si no tienes métricas claras. Es mirar tu día y preguntarte: ¿Actué desde lo que valoro? ¿Me escapé por inercia o elegí con intención? ¿Fui coherente, aunque nadie lo notó? No es una lista de pendientes. Es una forma de habitar el tiempo con conciencia.

Vivimos en la era de las distracciones

Las redes, los mails, las notificaciones. Todo está diseñado para sacarnos de nosotros mismos. Accountability es resistir ese tirón, es volver a ti, es elegir de nuevo. No desde la exigencia, sino desde el respeto → por tu energía, tus metas, tu ser futuro.

Y cuando nadie te está mirando...

Ahí se revela todo. Ahí es donde accountability deja de ser una idea corporativa y se convierte en un acto personal. No necesitas un jefe, no necesitas que te controlen, solo necesitas saber para qué estás haciendo lo que haces. Y sostenerte, incluso en días grises.

Cuando el silencio se vuelve maestro

Hay un momento del día que ya no aparece en el reloj, es ese instante en que todo está quieto. No hay correos, no hay tareas urgentes, no hay demandas externas. Solo tú, con tu conciencia, con tus elecciones, con tus ausencias. Y es ahí —no en la agenda ni en los KPIs— donde empieza la verdadera auditoría. No como una exigencia, sino como una forma de respeto hacia ti mismo. No como una estrategia para ganar tiempo, sino como una decisión para no perderte en él.

Porque a veces la vida no necesita más acción. Necesita presencia e intención. Necesita esa pregunta que nadie más puede hacerse por ti: ¿Estoy actuando desde lo que creo, desde lo que soy, desde lo que deseo?

El verdadero accountability no se trata de optimizar tu calendario, sino de vivir de acuerdo a tus valores —incluso cuando nadie está mirando.