“No sé quién habita aquí, pero mi corazón agradece lo que me ha concedido hasta arrancarme las lágrimas.” Plegaria del sintoísmo.
ACTO I - Destino o elección propia.
Awqa toma su collar con mucha fuerza, como si su vida dependiera de ello. Al principio, siente un ligero temblor en sus manos, pero poco a poco, el contacto con el collar le brinda una sensación de calma extraña, como si una energía ancestral recorriera a través de él y le diera consuelo.
“¿Qué pasa con esa cara?, ¿tienes miedo?” Aruma le dice a Awqa, deteniéndose un instante. Estaba colocándole pintura facial.
“¿Acaso eso importa?”, Awqa, una muchacha de una tribu en la región Amazónica, vuelve en sí y responde con una ceja levantada y cruzando sus brazos.
“Algo va en nosotros. No importa cómo te sientas, al final a todos nos corresponde cumplir con lo dictado.”, expresa Aruma con apatía, se encoge de hombros y continúa aplicando pintura. Awqa suspira y retira su cabeza, pero Aruma la toma con fuerza del mentón y continúa.
A eso de las 7:00 p. m, cuando una hermosa luna llena brilla en su máximo esplendor, están todos reunidos, rodeando una inmensa fogata. Muchas personas, con camisas holgadas, algunos con pantalones, otros con faldas. Algunas personas tienen coronillas de plumas, o pulseras de perlas, otros portan extraños accesorios con huesos. Dasan se separa de un grupo y se acerca a Aruma, “¿en dónde está?”, pregunta en algo parecido a un susurro. “Ya debe de estar por venir”, responde Aruma.
Ha transcurrido un largo rato y Awqa no ha llegado. Aruma está conversando con dos muchachas, hasta que de pronto Dasan irrumpe tomándola con brusquedad del brazo, se la lleva hacia otro lado sin disimulo, las muchachas se quedan atrás susurrando. “¡Quiero que la traigas! ¡Tú tan bien como yo sabes la ira que se va a desatar si no cumplimos con nuestra palabra!” Dasan rebota con enojo. Aruma se queda callada, suspira y se retira.
Aruma comienza a inspeccionar las malocas, encuentra en su mayoría a mujeres cocinando o atendiendo a sus hijos. Aruma suspira cuando finalmente encuentra a Awqa en una de las malocas, se le acerca. “¿Qué estás haciendo, Pamuri?, dice Aruma sin ningún esfuerzo de ocultar su furia. La toma de los hombros y la empuja con rapidez hacia la salida de la maloca; mientras tanto dice: “¡No puedes huir de tu destino, entiéndelo! ¡Incluso antes de tu nacimiento, ya todo estaba pactado!”, “¡Yo tengo el derecho de elegir mi destino!” responde Awqa con fuerza e intenta soltarse del agarre pero sus intentos son inútiles.
ACTO II - El trance.
Una enorme sonrisa se dibuja en el rostro de Dasan al ver llegar a Awqa y a Aruma, se acerca a ambas. “Ya todo está preparado, el chamán está listo”, advierte, su cara refleja poder. Awqa de pronto se siente diminuta. Los demás se dan cuenta de que Awqa ha llegado y la saludan, mientras que ella solo se limita a asentir o a responder con una sonrisa mal disimulada.
El chamán dirige a Awqa a una silla de madera frente a las brasas. Se detiene a su lado y traga un líquido que luego escupe en la fogata. Como si respondiera a un llamado secreto, el fuego crece, proyectando sombras danzantes en todas direcciones. Las llamas se reducen casi por completo, pero, de repente, una chispa rompe el silencio y entonces...
Túm - túm - túm - túm. Ahora comienza el redoble de los tambores, las llamas se intensifican aún más que la vez anterior, sus sentidos comienzan a intensificarse, siente las vibraciones de los instrumentos resonar en lo más profundo de su pecho. Awqa se encuentra a sí misma en un estado de confusión, ¿se siente eufórica, o acaso es la adrenalina del momento generada por su miedo?, no está segura, solo sabe que le gusta esa sensación.
Las personas comienzan a entonar canticos y de súbito su cuerpo se sale de su cuerpo. Awqa se asombra y mira hacia abajo: sus pies, sus brazos, su abdomen, un ser reducido a un cuerpo misterioso con textura plasmática, intenta tocarse, y a cambio solo recibe una sensación de tacto lejana a horrores. Frente a ella aparece una sombra inmensa, “¡ah!, ¡qué esencia tan deliciosa desprendes, tshí!” Awqa sin decir nada, solo le observa intrigada. “Incorpórate a mí o vive una vida de miseria y desgracia, Awqa!, te dejo esa decisión fin...” propone la sombra, pero Awqa le interrumpe, “no sé qué cosa seas, pero estoy harta de todo esto. Lo voy a decir una vez más y no pienso repetirlo. Yo-tengo-el-derecho-de-elegir-mi-destino.” dice entre pausas y una luz púrpura comienza a emanar de su pecho. Un montón de visiones comienzan a golpear a Awqa: un campo de flores, sus padres, su abuela, un amuleto... que siempre ha llevado en su cuello sin haberle dado mucha importancia. Awqa siente como un torrencial de energía la inunda, tanto que comienza a llorar y a reír frenéticamente a la vez. Dentro de ella, una ‘pequeña’ porción de ella misma, observa todo, y se percata de como ha colocado sus labios en modo de aspirar, por lo que en un parpadear de ojos, ya se encuentra absorbiendo a la sombra con su boca. Awqa, está observando la escena, presenciándola y viviéndola en carne propia. Cuando termina, se siente caer en su cuerpo. Cuando empieza a recuperar su conciencia, se advierte sobre las brasas consumiendo todo a su alrededor, algunas personas están inconcientes en el suelo. Awqa siente su cuerpo muy pesado, por más que lo intenta, no logra levantarse de la silla, sin embargo, toma fuerzas para escanear el lugar; el chamán está tirado en el suelo, pero Aruma y Dasan, no están.
ACTO III - El amuleto.
Al ver como las llamas arrasan con todo, y escuchar los gritos ahogados de otras personas, Awqa percibe que no tiene mucho tiempo a favor. A rastras y tociendo, se levanta y comienza a avanzar. Algunas personas le empujan en medio del caos, pero consigue mantenerse en pie. Cuando se ha alejado lo suficiente, entra a una maloca, busca un tronco hueco con agua, y empieza beber desesperada. Decide descansar un rato y luego se aproxima a su Peki.
<<Todas estas personas me sonrieron y fingieron simpatía, mientras que en sus corazones solo existía el anhelo de ofrecerme como un sacrificio>>, Piensa Awqa mientras busca a Aruma y a Dasan. Luego de un par de minutos, se encuentra con Aruma, Aruma está tratando de huir, pero se queda paralizada, atrapada en una quietud aterradora. Awqa aprovecha el momento y corre hacia Aruma y se le lanza encima. “¿dónde está Dasan?”, espeta. De pronto, una sonrisa comienza a dibujarse en el rostro de Aruma. Awqa le propina un puñetazo. “todo lo que hicieron con mis padres fue en vano, les faltó deshacerse de esto”, dice Awqa y le muestra el amuleto que lleva guindado en su cuello. La sonrisa de Aruma se borra por completo y recuerda aquel momento que no la dejó dormir por mucho tiempo: Dasan reclamándole, por no haber encontrado el amuleto. Justo en ese momento se hizo consciente de que solo tiene dos opciones, o se deshace del amuleto, y de Awqa, o debe morir. No le da mucho tiempo de pensarlo porque Awqa le da otro puñetazo, la deja inconsciente. Awqa la arrastra y consigue algo para luego atarla a un árbol. Sin dudarlo, emprende su búsqueda a para conseguir respuestas.
Notas
- Malocas: grandes chozas comunales hechas de materiales naturales como madera, hojas de palma, y bejucos. Estas estructuras no solo son espacios para dormir, sino que también funcionan como centros de reunión, ceremonias y vida comunitaria para las tribus. Cada maloca puede albergar a varias familias, dependiendo de su tamaño.
- Tshí: inspirado en algunas lenguas amazónicas, este tipo de exclamación puede evocar satisfacción, como si fuera un sonido de placer tras algo delicioso.
- Pamuri (en ticuna): es alguien que es considerado problemático o una carga.
- Peki: denominación amazónica para referirse a lo que conocemos como “Machete”.