Hace unos días vi un post que hizo un amigo que trataba sobre las típicas metas y objetivos de año nuevo, esa hojita que llenamos describiendo lo que queremos lograr, hacer, desarrollar, etc.; post en el cual mi amigo se pregunta: "¿Por qué no empezar hoy?" (haciendo referencia a que la mayoría de personas solo plantean estos objetivos durante estas festividades y no en cualquier otro día del año) y "¿Por qué esperar hasta inicio o final del año para plantearnos que es lo que queremos lograr?". Tales preguntas han estado resonando en mi mente desde entonces, tratando de buscarles respuesta.
Para muchos es costumbre anual, el venir y plantear en una hoja de papel, en una nota en nuestro celular, en un blog, en un tweet, en un post, en un video, etc. todo lo que nos proponemos por lograr en el nuevo año, sabemos que todos tienen metas y objetivos que anhelamos por cumplir, por muy pequeños que sean, sin embargo en muchas de estas notas, estas "proposiciones de año nuevo" muchas veces encontramos el discurso similar que es bastante vago: "quiero bajar de peso", "quiero dejar de fumar", "quiero encontrar pareja", "quiero empezar un negocio" y un amplio etcétera.
La práctica de registrar por escrito nuestros deseos o resoluciones para año nuevo no es cosa reciente, y se viene dando desde hace más de 4000 años, siendo la civilización babilonia una de las que se tiene registros más antiguos de resoluciones en honor al nuevo año, el cual empezaba en marzo para ellos, mes en el cual se acostumbraba a empezar a plantar nuevos cultivos. Los babilonios creían que si cumplían estas resoluciones (vinculadas con su religión, mitos y valores socioeconómicos) los dioses les serían favorables en el nuevo año.
Con esto vemos que por un buen tiempo y hasta el son de hoy el nuevo año sigue simbolizando un tiempo de cambio, de renovación, nuevos comienzos, y estas resoluciones captan nuestra imaginación, esperanzas y compromisos para mejorar. Sin embargo, creo que es momento de preguntarnos: ¿Cuántas de estas metas fueron impuestas por el mercado o sociedad? ¿Cuántas de estas metas fueron verdaderamente mías? y en una vena mucho más personal: ¿Cuántos de estos objetivos que tracé el año pasado logré cumplir?
En la sociedad hiper conectada y consumista de la que formamos parte, hay una tendencia a "comercializar" todo lo que hacemos, y día a día estamos siendo bombardeados por una inmensa cantidad de publicidad que busca hacer ruido, captar nuestra atención, y quedarse grabada en nuestras retinas y en nuestras mentes. Cada día escuchamos diferentes discursos que compiten por nuestra atención, y muchas veces nosotros somos el producto que se muestra ante el escaparate de nuestras redes.
Ya que en esta edad todo es un producto, ¿por qué no habrían de serlo también nuestras esperanzas y deseos por un cambio?, ¿Cuántas veces no hemos encontrado publicidad por estas fechas que apunta a deseos y resoluciones concretos? "Año nuevo, vida nueva", "Empiece bien el año ahorrando con nosotros", "Baje esos kilos de más de Navidad" y una infinidad de slogans que nos bombardean, que nos plantean ideas en nuestros pensamientos que inconscientemente acabamos plasmando en nuestros propósitos, repito, muchos de nosotros deseamos cosas similares, pero al estar expuestos constantemente a ideas que se nos quieren implantar, ¿No estamos ante la mayor máquina de presión social que pueda haber existido?
En esta sociedad de la instantaneidad, del "todo ya" podemos vernos abrumados por el vertiginoso ritmo al que nos sometemos día a día, sin detenernos a apreciar el panorama o a descansar un momento y desconectarnos. Entonces es común que para estas fechas de diciembre empecemos a pensar en esas resoluciones, sea por iniciativa propia o por influencia externa, y considero muchas veces esas resoluciones y propósitos no cumplidos son consecuencia de esa mentalidad del "todo ya" que predomina en esta era, sumado a esa "presión social" que se nos impone. Muchas veces nos sentamos a escribir esos propósitos sin una reflexión calmada y detallada de por medio, muchas veces solo escribimos lo que se nos venga a la mente en el momento sin analizar realmente lo que escribimos, sin conciencia plena.
En la iglesia a la que asisto es común que el culto de fin de año tenga un apartado para que cada feligrés escriba sus propósitos, tanto terrenales como espirituales, haciendo un examen de conciencia antes y entregando estos propósitos a Dios con la confianza y esperanza de poder cumplirlos. Justamente al escribir estas líneas volví a ver esa hoja donde apunté los propósitos del año pasado. Algunos objetivos fueron alcanzados totalmente, otros parcialmente y otros quedaron muy rezagados.
Y es que aún este análisis no garantiza que vayamos a cumplirlos, y si, podríamos lamentarnos por no haber cumplido ciertas metas durante el año, pero también debemos saber que en un año pasan muchas cosas, alegrías, tristezas, enfermedades, pruebas, triunfos, fracasos, abundancia, escasez, y muchas otras situaciones que brindan un matiz único a la vida de cada uno de nosotros.
Sea cual sea la situación, lo mejor que podríamos hacer es planificar, esperando lo mejor y trabajar por ello en la medida que nosotros podemos actuar para lograrlo, pero para esto debemos ser intencionales, específicos y brutalmente honestos con nosotros mismos sobre lo que deseamos lograr, para así evitar ser una estadística más en el mercado, participando en una tradición milenaria sin conciencia plena de las resoluciones escritas un fin de año.
He aquí por que vale la pena entonces preguntarse: ¿Por qué esperar hasta el 31 de diciembre de cada año para plantear mis metas, esperanzas y objetivos?, ya que definitivamente no estamos limitados a estas fechas para hacerlo, eso lo dicta la costumbre arraigada en esta sociedad. He aquí por que plantearse la interrogante: ¿Por qué no empezar hoy a trabajar por esos objetivos que quiero alcanzar? Una vez más, no estamos sujetos a un marco de tiempo específico para hacerlo, mientras tengamos vida para lograrlo.
Por todo esto, invito a que en estos días, hagamos una introspección sobre nuestras vidas, no será fácil para algunos, para otros sí, pero evaluemos nuestro estado, conozcámonos cada vez más, y definamos detalladamente qué queremos alcanzar en los próximos 3 meses, 6 meses, 12, 24, 36, etc., los objetivos SMART son una buena técnica para realizarlo.
Para plantear nuestros objetivos de una manera que podamos concienzudamente analizar si estamos progresando o no, y así evitar que nuestras metas sean poco precisas, o vagamente realizables; dejando de lado el emocionalismo implantado de la época, nuestros objetivos pueden ser:
- Específicos: Nuestras metas deben ser lo más detalladas posibles; no es lo mismo plantearme "en 2025 quiero leer más" a decir "en 2025 quiero leer al menos 10 libros, leyendo durante los 365 días del año".
- Medibles: Al tener una medida que cuantifique nuestro progreso hacia nuestras metas podremos tener una manera de apreciar nuestro crecimiento y sentirnos satisfechos de los logros alcanzados en el camino.
- Alcanzables: Debemos proponernos metas que con nuestro esfuerzo constante estamos seguros de poder realizar, cada uno conoce sus capacidades y límites físicos, mentales y emocionales, si no los conocemos, es necesario llegar a un nivel más profundo de autoconocimiento.
- Realistas: Ya que mis objetivos los defino como alcanzables, por ende, también deben ser realistas para poder estar motivado a alcanzarlos y evitando frustraciones por no hacerlo (una vez más, escuchémonos a nosotros mismos, no cedamos ante fuentes externas de estrés producidas por la mentalidad del "todo ya").
- Ajustados a un marco de tiempo determinado: Otra poderosa herramienta de motivación (o estrés) es el tiempo, por tanto, después de analizar nuestras capacidades y límites podemos ajustar el tiempo que dedicaremos a alcanzar nuestras metas de manera equilibrada, prioricemos debidamente para saber que es importante, que es urgente y que puede esperar (recordemos que hay metas que las podemos alcanzar en un año o menos, otras en mas de un año, o incluso años).
Tengamos conciencia que no estamos limitados a escribir nuestras metas a un año desde hoy en un papel, tenemos que saber también que el no haber logrado algunas de esas metas no nos define como un fracaso, podemos seguir intentándolo mientras haya vida en nosotros y evaluemos nuestro progreso cada cierto tiempo, porque solo así sabremos si realmente vamos por buen camino a alcanzar nuestras metas.
Tomemos conciencia sobre nuestras vidas al preguntarnos ¿Por qué no hoy? y recordemos que, aunque la mentalidad instantánea implantada en la sociedad dicte la competencia entre pares, la única competencia que tenemos es con nosotros mismos, con nuestro "yo" de ayer, de anteayer o de hace dos años, preguntémonos entonces ¿Soy mejor que ayer? y sigamos avanzando en pos de ello.
Deseándoles a todos y todas un muy feliz y exitoso año nuevo 2025
-Horacio Barrios