Hace algún tiempo vivimos días de cambio en casa. Mi familia y yo nos mudamos para un nuevo vecindario, lo cual como siempre, ha resultado ser una tarea extremadamente trabajosa por el sinfín de cosas que debemos organizar y por la diferencia que supone en nuestro estilo de vida. Con los días, hemos ido explorando el lugar, y yo en lo particular he tenido la grata sorpresa de descubrir, a mi regreso del trabajo, que vivimos muy cerca del Instituto Superior de Arte (ISA) de Cuba: un sitio que mezcla de forma sorprendente cultura y naturaleza.

De pequeña fui de todo un poco: estudiante, deportista, y por supuesto artista!!! Siempre recuerdo mi infancia con mucha emoción y siento que cada día creó un sentimiento en mí. Toqué el piano, actué, dancé ballet clásico, y eso me ha dejado mucha pasión para valorar cada estilo artístico.

Recorrer este instituto me ha hecho muy feliz porque soy una amante del arte en todas sus expresiones, además de que este constituye una fuente inagotable de artistas, que a través de las diferentes disciplinas, mantienen viva nuestras mejores tradiciones cubanas y continúan forjando nuestra nacionalidad.

El inmueble data de la segunda mitad del siglo XX, y su arquitectura constituye una de las más singulares de la época, por la geometría que describe y el empleo de la bóveda tabicada de origen arquitectónico catalán.

En sus extensas áreas verdes, el árbol más representado es la palma real, que además es reconocido como el árbol nacional de Cuba; siendo uno de los más representativos de nuestros campos, y se destaca por su altura y elegancia.

Caminar por este sitio me resultó realmente relajante ahora que mis días son tan intensos, porque se respira la magia del arte y la creación en cada rincón.