Si, hoy es el último día.

Lo sé por el aire gélido en mi cara.

Los dedos de mis manos están congelados, si suelto el remo no podré agarrarlo de nuevo.

¡Aguanta! Ya casi llegamos.

La mayoría de los gansos se han ido ya.

El paisaje ha cambiado drásticamente en una semana, puedo ver las casas que antes estaban escondidas tras la frondosa vegetación.

Los árboles ahora de color naranja, marrón, amarillo e incluso algunos ya han perdido todo su follaje.

Permanezco en la orilla a pesar del frío observando con nostalgia y algo de incertidumbre. ¿Qué haré durante los siguientes cuatro o quizás cinco meses para mantenerme cerca de tí?

Vamos, ¡Deja la modestia! Sabes lo bien que me hace tu compañía.

Si si, mi bienestar no depende de nadie ni nada, lo sé, pero como humana a veces requiero de alguna ayuda para sentirme bien. Y tu eres mi mejor medicina. Cada uno de nuestros encuentros desde aquel viernes primero de Agosto es una caricia para el alma, por lo menos lo es para la mía.

Por supuesto que cuando vivíamos a unos cuantos metros de distancia también disfrutaba de tu compañía, pero aquella faceta tuya es, ¿cómo decir? temperamental, así que debía conformarme con observarte y escucharte. En cambio aquí en Azalea tu energía es más cálida, apacible, acogedora.

No me malinterpretes, disfruto de tu compañía sin importar dónde o cómo interactuemos, incluso cuando la lluvia hace de las suyas contigo, incluso cuando estás más frío que un iceberg, pero prefiero cuando puedo hacer más que observarte desde un solo punto.

Qué bellos momentos aquellos en la frontera.

¿Recuerdas cómo llegué ahí? Fue mágico.

Era principios de abril, el día de mi mudanza se acercaba. La casita con el arroyo en el barrio lindo dejó de ser una opción a solo dos semanas de mudarme, qué angustia sentí en ese momento.

Tuve que comenzar mi búsqueda de nuevo.

Le escribí a Andrés para contarle las malas noticias, me sentía tan enojada, frustrada. Él como siempre con palabras de aliento logró consolarme. Recuerdo que después de un rato de hablar le dije en un tono de resignación y autoconsuelo: “si esa casita no era para mi es porque voy a encontrar una con un jardín enorme lleeeeno de flores y con un río que pase detrás de mi patio”

Una chica de nombre Cristina rentaba una habitación por dos meses.

Decidí responder aquel mensaje recurrente en mi publicación de facebook, serían solo dos meses.

aahhgg nada atractivo.

Pero me daría espacio para respirar un poco y buscar con calma un lugar para el largo plazo.

Me puse en contacto con ella y agendamos una cita para ver el apartamento.

Era un lugar aceptable, un living room con un sofá desabrido y una tele, una cocina pequeña pero bien equipada.

La habitación era grande, tenía una ventana por la que entraba el sol durante todo el día. Perfecto -pensé-

Justo al frente de mi ventana había un gazebo, hogar de una planta que delicada y elegantemente se enredaba en la madera.

El tour, -si es que le podemos llamar así- duró unos 5 minutos.

Luego fuimos a conocer el complejo.

Cruzamos la puerta, giramos a la derecha, el gazebo, filas de apartamentos, parqueaderos, una fila de magnolias grandiflora alistándose para florecer, una calle principal, más parqueaderos, al fondo el edificio de la administración.

El final de ese camino era la parte alta de unas escaleras, nos detuvimos ahí.

Mis ojos no lo podían creer, ahí estabas tú: majestuoso en un día soleado.

Lo tomo! le dije a Cristina casi sin respirar.

Perfecto, -respondió ella- puedes mudarte cuando quieras.

Buenísimo! Nos vemos pronto Cristina.

Me quedé observándote absolútamente maravillada con ganas de gritar de la alegría.

No era la primera vez que te veía pero no daba crédito a mi manifestación.

Luego de que me pasara un poco la emoción, me di cuenta que no conocí a quienes serían mis compañeros de casa, ni siquiera pregunté por ellos.

Ay qué hice…qué tal que sean un par de locos?

Pero qué podría salir mal? Mis palabras se han hecho realidad.

Lo que acaba de suceder es un milagro, es magia.

Todo va a salir bien, me dije a mi misma no muy convencida.

No te rías, a veces hago esas locuras.

Decidí explorar un poco más el complejo ¿sabes que encontré?

Flores flores flores flores muuuchas flores: magnolias rosadas, magnolias púrpuras, azaleas rojas, naranjas, blancas, rosas, árboles de cerezos, los últimos narcisos amarillos de la temporada, dalias, camelias…

Un musgo vibrante de verde, un arroyito, un pequeño puente de madera, árboles de diferentes tipos, muchas ardillas, muchos pájaros cantando.

Seguro también hay haditas y duendecillos por aquí -pensé-

Me emociono de solo recordarlo.

Ya instalada en mi nueva habitación fui a verte cada día, caminar por ese lugar que explotaba en flores era un absoluto deleite.

Fui tan feliz ahí.

Y como si de otro acto de magia se tratara, encontré un nuevo apartamento en el mismo lugar para mudarme después de los dos meses.

Fuiste testigo de momentos de felicidad y también de momentos muy difíciles.

Tu y todas las flores fueron mi refugio, mi luz y mi inspiración cuando todo parecía ponerse negro.

Sé que a veces pasaban días, incluso semanas sin ir a verte, pero sabía que estabas ahí esperando paciente para enseñarme a fluir como tú y ayudarme a entender las cosas complejas de la vida.

Después de dos años viviendo tan cerca fue difícil desprenderme de aquel lugar y tomar la decisión de irme. Ya no te tendría a unos cuantos pasos de distancia, y la verdad me sentía un poco tonta por esa decisión.

Sin embargo, recordé lo que en susurros siempre me repetías:

aquí voy a estar siempre,

aquí y allá,

siempre que me busques me encontrarás.

Y así fue, tardé un poco pero te encontré.

Gracias a mi amigo Juan que es bien explorador. Él te encontró allá en Azalea y me llevó a verte.

Este lugar es perfecto para navegar -pensé-

Juan, necesitamos un kayak -le dije-

¿Te cuento algo? Al principio pensaba que era René lo que me entusiasmaba tanto, y en parte es un poco cierto, volver a remar me hacía mucha ilusión.

No puedo restarle crédito, es una gran ayuda y me permite tenerte cerquita y verte como pocos pueden hacerlo.

Tres seres se comprometieron a encontrarse cada viernes en las tardes durante los meses cálidos.

Si, desafortunadamente solo durante los meses cálidos porque los humanos en el trato no son muy resistentes al frío, tú sabrás entender, verdad?

Esperaba entusiasmada cada viernes como una niña pequeña, no era para menos, pensaba en las sorpresas que nos tendrías, ¿Qué será esta vez?

Las garzas siempre me hacían suspirar con su vuelo elegante, los patos que parecía que se burlaban de nosotros cuak cuak cuaak cuaak.

Pero no te creas, yo también me divertí con ellos, me da tanta risa verlos bañarse de cabeza.

Un día nos enseñaste unas pequeñas florecitas azules con un delicioso perfume más grande que ellas, en aquel refugio cerca de la gran roca.

También vimos lo ingeniosos que pueden ser los humanos: hay una parte que naturalmente no hacía parte de ti, pero ahora es como una tranquila ciénaga, y tu te has hecho más grande y hermoso.

¿Recuerdas la garza blanca? ¡Qué emoción! Nunca vi una antes.

¿Y el águila calva? Majestuosa y poderosa.

Los pececillos, las tortugas, los patos grises que aún no he descubierto qué especie son.

Los bosques acuáticos que se mueven al ritmo que les vas marcando.

Me gusta imaginar que ahí dentro viven seres elementales: sirenas, ninfas, nereidas, tritones.

¿Qué mas hay? Cuéntame por favor.

Si, hoy es el último día y te traje un regalo porque intuía que lo sería.

Las flores con las que celebré mi vida este año.

Espero te gusten, las traje con mucho amor para tí.

Gracias.

Gracias a ti querido Río

Gracias a ti querido y mágico Río Chattahoochee.