Una introducción necesaria
Una vez leí que nadie sabe lo que es capaz de hacer hasta que lo hace y, esta ha sido una máxima que he seguido a lo largo de toda mi vida.
Una de estas ocasiones en las que tuve que demostrarme que era capaz de hacer algo que quería era en el curso escolar de 1997-1998. En este año escolar me acababa de mudar de municipio y provincia, lo que significó un cambio importante en mi vida.
Nace una idea
En 1997 me mudé a Moa, un municipio del norte oriental de Cuba, perteneciente a la provincia de Holguín. Venía de Amancio Rodríguez, municipio de la provincia Las Tunas, situada en la región centro oriental de Cuba.
En Amancio me desempeñaba como Guía Base de Pioneros e impartía clases de Educación Musical y Geografía.
El atender a los estudiantes e impartir Educación Musical me hizo realizar algunos proyectos culturales, fundamentalmente, de música y debo decir que tuvimos algunos resultados, pero, nada relevante.
Sin embargo, mi intención era formar una gran brigada cultural en la que pudiera combinarlas y llevar el arte a todas las comunidades del municipio para llevar alegría a todas las personas que tan necesitada estaban de ella.
Pero, motivos de fuerza mayor me hicieron mudarme de mi municipio y la idea se quedó atrapada entre tantas representaciones que pensé que había muerto, prácticamente sin nacer.
Panorama que encuentro
Cuando llegué a Moa pedí irme a trabajar a la secundaria básica en la que daba clases mi hermano que, había sido la causa por la que, a pedido de mi madre, me había trasladado hacia allí para cumplir la tarea de enderezar la conducta de mi hermano.
Para trabajar allí tuve que dar dos asignaturas fuera de mi área de formación, pero, con mucho estudio y ayuda de mis compañeros, podía asumir la tarea.
Ya en la escuela comenzó mi tarea docente que en honor a la verdad no era nada fácil, pues, por una parte, estaban las dos asignaturas nuevas para impartir y, por la otra, el grupo que me asignaron era uno de los más complicados de la escuela y tenía una caracterización que me hicieron pensar bien la idea de quedarme o volver a mi lugar de origen.
Ese primer mes de septiembre fue bien duro porque me llegaban opiniones de los profesores del grupo, del que yo era el guía y todas eran negativas: Indisciplinas constantes, problemas de aprendizajes, faltas de respeto entre ellos y hacia algunos profesores, problemas con la atención a clases y otros problemas más.
Cuando terminaba cada mes había una reunión con los padres del grupo, para analizar los problemas del mismo. En esa primera reunión asistieron 11 padres de 42.
A nivel comunitario la situación de la familia de mis estudiantes era mucho peor porque de los 42 estudiantes que tenía el grupo, 33 tenían sus padres divorciados, muchos estaban presos o en libertad condicional. Era práctica cotidiana el consumo de alcohol y otras sustancias nocivas.
Como pueden suponer, muchos estudiantes estaban asumiendo estos estilos de vida y ni hembras ni varones escapaban a estas problemáticas
En un principio no sabía qué hacer ni cómo afrontar aquella situación. Después de la reunión de padres del mes, una sola pregunta resonaba en mi cabeza:
¿Qué hacer para revertir esta situación?
Y la respuesta fue la idea del proyecto cultural.
El pretexto para iniciar el proyecto
Debo decir que, en sus inicios esto no era un proyecto ni nada por el estilo, solo eran acciones aisladas que tenían como objetivo ocupar el tiempo libre de los estudiantes en actividades que mezclaran gustos personales, contenidos escolares con otras tareas que les permitieran tener la mente ocupada en actividades provechosas y que le aportaran a su crecimiento personal.
Por lo tanto, la idea de años atrás comenzaba a tomar forma, pero, no sabía si daría resultado. De ahí la idea inicial de esta publicación que está en la introducción.
¿Podían los estudiantes insertarse en un proyecto cultural?
Para responder a esa pregunta, lo primero fue revisar el expediente acumulativo de los estudiantes.
Para los que no tienen conocimiento sobre esto, es un documento en el que se plasma la vida escolar de los estudiantes: disciplina, rendimiento académico, situación familiar, habilidades de los estudiantes, aptitudes, gustos, actividades en las que se destacan, entre otros aspectos.
Para mi sorpresa, la mayoría de los estudiantes tenían aptitudes para el deporte. Algunas hembras y dos varones tenían vocación artística y siete estudiantes no tenían inclinación ni por las artes ni por los deportes.
A partir de lo estudiado, decidí que el proyecto debía conjugar la cultura con el deporte.
Comienzan las acciones
Fue un comienzo bien difícil, tenso, frustrante para mí porque los estudiantes se mostraban apáticos y con pocas ganas de participar en las acciones previstas.
Al consultar con mi mamá, me dijo que debía ir con calma, que los estudiantes no estaban acostumbrados a eso y debía ser un proceso largo.
Lo primero que pretendí en grande fue un matutino general con todos los varones del grupo y yo. Debo decir que no fue una gran actividad, pero se dio el primer paso. Me llamó la atención que uno de los mejores estudiantes no asistió ese día y, cuando fui a su casa, su mamá me dijo que el hijo tenía miedo escénico y por nada del mundo se iba para en la plaza frente a todos los estudiantes. Otros estudiantes se ausentaron y, la causa fue más o menos la misma.
Después de esta primera acción, le pedí a mi hermano preparar un encuentro de béisbol entre los dos grupos. Esta fue una actividad muy buena y ambos grupos demostraron la calidad que tenían, pero, el de mi hermano logró llevarse la victoria.
Después del juego hablé con ellos y les dimos una merienda salida del fruto de todos nosotros.
Por su parte, las hembras también participaban en juegos deportivos, pero, el fuerte de muchas eran la música y el teatro. En menor medida, algunas pintaban y había una estudiante que escribía muy lindo.
Así pasamos el mes de octubre. En el mes de noviembre incrementamos las actividades y logramos realizar tres encuentros deportivos entre mi grupo y otros de la escuela y montamos un taller de creación musical. Algo de lo que trataba era que se mezclaran actividades y estudiantes, pero, no era fácil, sobre todo con los varones que por prejuicios veían las artes como algo que era para las niñas.
El mes de diciembre era el periodo en el que celebrábamos la actividad central de la escuela porque era el aniversario de la caída del mártir de la escuela. Para ese día, cada grupo debía hacer algo en representación del mismo.
Ese día, los estudiantes lograron hacer una representación artística de todos los profesores y no salió tan mal.
Ya estaba decidido, tenía que hacer un proyecto cultural.
Nace el proyecto cultural
El 4 de enero de 1998 nació el proyecto “Amor con Humor se paga”, que sale de una frase de José Martí que dice Amor con amor se paga.
Decidimos Amor con Humor se paga porque todas las actividades realizadas tenían al amor como vía y vehículo esencial y el humor surgió como el hilo cultural que unía todas nuestras acciones.
Objetivo del proyecto
Realizar diferentes actividades culturales y deportivas con el objetivo de contribuir al mejoramiento de la disciplina de los estudiantes, despertar su interés por el arte, el deporte y tributar al desarrollo de su salud y personalidad.
Es importante señalar que Raiza, la otra profesora guía que trabajaba conmigo, se sumó conmigo al proyecto. Ella es Licenciada en Deportes, pero con una vocación para el teatro muy grande. De igual manera, logramos involucrar en el proyecto a Cristina, la profesora de Educación Musical y a Orlando, profesor de Educación Plástica.
La primera gran prueba de fuego la tuvimos el 28 de enero de 1998, fecha que se celebraba el 145 aniversario del natalicio de José Martí, quien era responsable del nombre de nuestro proyecto cultural.
Para esa fecha todas las escuelas debían honrar la vida y la obra del apóstol cubano. En nuestro centro, todos los grupos debían presentar una obra que homenajeara la figura del héroe cubano.
Sin embargo, nuestro grupo presentó dos representaciones culturales, pues las hembras escenificaron la obra de Martí titulada la Muñeca Negra y todos los muchachos con Raiza y quien esto escribe presentaron un coro musical titulado Martí, Martí.
No puedo describir la alegría que sentimos cuando dieron los resultados de las obras, pues nuestros muchachos ganaron el primer lugar entre los 17 grupos de la escuela, con la obra de teatro La Muñeca Negra. Gritos, abrazos, risas, llantos se mezclaron entre todos los miembros de nuestro grupo.
Pero, cuando dijeron que el Gran Premio y la obra más popular fue el coro de nuestro grupo no pude más. Tanto esfuerzo, lucha, tocar puertas, estudiar materias de diferentes manifestaciones artísticas estaban dando sus frutos.
Ese fue el detonante que necesitábamos y, a partir de ese momento, el grupo fue otro, los estudiantes comenzaron a cambiar su manera de comportarse y los índices de aprendizaje, rendimiento académico, el comportamiento individual y la disciplina grupal empezaron a dar un giro de 180 grados.
Después vinieron muchas actividades y comenzamos a salir de las fronteras de la escuela y empezamos a llevar nuestro proyecto a las comunidades más vulnerables del municipio.
Pero, tenía un objetivo marcado y, era utilizar el proyecto cultural, para influir en las familias de nuestros estudiantes y en sus comunidades. Es cierto que fue un trabajo que me llevó mucho tiempo, desatender otros proyectos personales y familiares, pero valió la pena.
Actividades realizadas en el proyecto
Será difícil mencionar todas las actividades que realizamos esos dos años, pero, las más importantes fueron:
Talleres de creación artística
Participación en festivales de artistas aficionados.
Recitales de poesía
Concursos de Literatura
Debate de películas
Realización de obras de teatro
Encuentros deportivos con otros grupos de la escuela
Participación en festivales deportivos del municipio representando a nuestra escuela.
Participación de los miembros del proyecto en actividades comunitarias.
Escuelas de Educación Familiar.
Participación en actividades con niños con Necesidades Educativas Especiales.
De igual manera, realizamos círculos de interés de diferentes manifestaciones artísticas, en la que los muchachos tenían más vocación y aptitudes para desarrollar sus habilidades.
Premios y reconocimientos
Dentro de todos los reconocimientos recibidos, el más importante fue el Premio del Barrio, por la contribución a las actividades comunitarias y todo lo realizado por mis muchachos.
A manera de conclusión
Este ha sido uno de los proyectos más importantes que he construido y de los que más beneficios me ha traído. Debo significar que no he recibido un centavo por ello, no es que no me haga falta el dinero, pero, ha sido un proyecto social dirigido a los estudiantes que he tenido, a mis vecinos y que ha sido compartido, de manera total o parcial, con otros profesores que han trabajado conmigo.
Sin embargo, el pago que he recibido ha sido mucho más que cualquier dinero que pudieran ofrecerme porque le he entregado a la sociedad, adolescentes y jóvenes que una vez estuvieron a punto de torcer el rumbo de sus vidas y convertirse en carne de presidio o delincuentes permanentes.
En cambio, ellos hoy son hombres y mujeres de bien que han logrado formar una familia, estudiar una carrera técnica o universitaria y brindan servicio a la sociedad.
Les puedo asegurar que no hay pago mejor que cuando paso por una calle y alguna persona me grita padre, profesor, profe o Tony. O cuando alguien le dice a otra persona, ese hombre que va allí me salvó la vida.
Este ha sido uno de mis mayores logros educativos, de formación integral y que atesoro entre una de las cosas más importantes que hecho.
¿Qué piensa usted?