"Viaje al centro de la Tierra", "Veintemil leguas de viaje submarino" y, si no, muy probablemente la novela "La vuelta al mundo en 80 días"… Ça te dis quelque chose ?

Así es, nos referimos al fabuloso Julio Verne, autor de obras tan afamadas como las mencionadas. Y aunque este post podría estar dedicado a hablar de sus relatos llenos de aventuras y emoción, en esta ocasión quiero centrarme en algo que considero igualmente fascinante: el asombroso brillo que Verne dejaba en cada obra que escribía. No solo a través de su creatividad desbordante, sino también por los sorprendentes datos precisos que lograba incluir en sus historias.

Lo impactante de sus escritos es que muchos de esos datos fueron estimaciones, aproximaciones y visiones que él mismo realizó, sin tener el acceso directo a los avances científicos de su tiempo, algo que hoy resulta aún más admirable. Es cierto que Verne tenía una increíble capacidad para integrar la ciencia y la tecnología de una manera tan convincente que muchos de sus relatos, como Veinte mil leguas de viaje submarino o La vuelta al mundo en ochenta días, parecían casi proféticos. En esos relatos, la precisión de sus descripciones y la forma en que lograba anticipar avances tecnológicos, como el submarino moderno o la aviación, hacen que hoy se le conciba no solo como un escritor de ciencia-ficción, sino como un visionario de su tiempo.

Lo más fascinante de todo esto es que Verne, aunque no era científico, parecía tener una intuición sorprendente para comprender los avances que el ser humano podría alcanzar, lo que añade una capa aún más impresionante a su legado. En lugar de limitarse a especulaciones fantasiosas, sus relatos tienen la cualidad única de estar tan firmemente anclados en la posibilidad científica, lo que los convierte en auténticas obras visionarias.

Las obras de Julio no solo sobresalen por su narrativa tan cautivadoramente autentica, sino también por su capacidad para anticipar avances tecnológicos que, en su época, eran impensables. Entre sus escritos encontraremos desde los submarinos modernos hasta los viajes espaciales, sus relatos han gustado a generaciones completas de lectores. La precisión y el detalle con los que describía estas innovaciones han llevado a varios a hacerse una pregunta inevitable: ¿cómo pudo este hombre prever, dilucidar, por sí solo, desarrollos científicos que tardarían décadas o incluso bien siglos en hacerse realidad?

La situación no demoró en alimentar mitos y especulaciones. Entre ellos, uno de los más llamativos es el rumor sobre un supuesto pacto maligno que Verne habría hecho para adquirir semejante sabiduría. Aunque descabellada, esta idea refleja la fascinación de su audiencia con un autor que parecía estar siempre un paso por delante de su tiempo.

Sin embargo, más allá de los mitos, la verdadera respuesta podría residir en su incansable curiosidad, su amor por la ciencia y su habilidad para imaginar un futuro en el que la tecnología fuera un motor de progreso. Verne no solo fue un escritor; fue un visionario cuyo ingenio sigue inspirando tanto asombro como respeto.

Verne, a través de su narrativa, no solo anticipó los viajes espaciales, sino que también planteó preguntas fundamentales sobre el papel de la humanidad en el universo y sobre las posibilidades y limitaciones de la tecnología. Como Verne (1865) escribe, «¡Nada es irrealizable para el hombre cuando ha puesto una mirada firme sobre el objetivo que se ha propuesto!».
(Cajo Mejía, Vigo Gil, Vasquez Vergara & Aguirre Cotrina, párrafo 1; 2024)

Como se menciona en una reseña (Cajo Mejía, Vigo Gil, Vasquez Vergara & Aguirre Cotrina, 2024), Julio Verne logró destacarse no solo como literato, sino también como un visionario adelantado a su tiempo.

Por si esto fuera poco, Verne no solo incursionó en sus obras como un científico autodidacta, sino que también demostró tener un vasto conocimiento en temas de militarismo y de la obsesión por la competencia que Estados Unidos tenía en ese entonces (y sigue teniendo, pero ese no es el punto ahora).

La visión de Verne sobre los viajes espaciales no solo fue fruto de su imaginación, sino que también estuvo fundamentada en un profundo entendimiento de los avances científicos y tecnológicos de su época. Aunque la tecnología necesaria para llevar a cabo el viaje descrito en la novela aún estaba lejos de ser una realidad en el siglo XIX, Verne sentó las bases para futuros desarrollos en el campo de la exploración espacial.
(Cajo Mejía, Vigo Gil, Vasquez Vergara & Aguirre Cotrina, párrafo 3; 2024)

Dicho sea de paso, Verne ya planteaba, desde aquel tiempo, la necesidad de colaborar internacionalmente, especialmente cuando se trataba de cumplir con descubrimientos espaciales. No es casualidad que inventos como el submarino sean, en gran parte, atribuibles a este curioso y apasionado visionario.

Por último, me gustaría dejarles el siguiente fragmento:

Verne, J. (s.f). De la Tierra a la Luna. (P.47) Biblioteca Virtual Universal


Tal como se observa en el fragmento anterior, Verne infunde emoción y orgullo al describir la bala como un "embajador terrestre," una creación que lleva el ingenio humano a los confines del cosmos. Este símbolo va más allá de un simple artefacto; representa los sueños de una época, cuando la humanidad miraba las estrellas con la certeza de que el conocimiento y la innovación abrirían nuevas fronteras.

En el siglo XIX, ese optimismo era palpable. Era una era de exploraciones, descubrimientos y avances científicos que parecían ilimitados. Verne capturó ese espíritu en sus historias, haciéndonos creer que todo era posible, desde cruzar los océanos hasta viajar al centro de la Tierra o conquistar la Luna. Pero lo más impresionante de su obra es cómo combinaba datos técnicos y detalles científicos con una narrativa profundamente humana. Sus relatos no eran meramente imaginativos; estaban respaldados por una lógica que hacía que lo extraordinario pareciera alcanzable.

La "modesta bala" como la llama en su relato, se convierte en mucho más que un objeto. Es un souvenir del potencial humano para superar barreras, para soñar más allá de los límites impuestos por la realidad. En su aparente sencillez, la bala es una metáfora poderosa: nos dice que incluso lo más pequeño puede tener un impacto trascendental si está impulsado por la visión y el esfuerzo colectivo.

Me complace cerrar este texto cultural con una invitación más personal: conozcan y lean a Julio Verne no solo como el autor de aventuras extraordinarias, sino como el visionario que unió de manera mágica la cienciay la literatura en cada una de sus páginas. Su legado no únicamente inspira a científicos e inventores, sino también a aquellos que, como la comunidad de Friends Who Write, buscan develar los límites de la imaginación y evocar en palabras los sueños más audaces. Verne, con su esplendorosa capacidad para anticipar el futuro, nos invita a trascender las barreras de lo conocido y a cuestionar los imposibles. Nos muestra que escribir no solo es una forma de contar historias, sino una manera de viajar a través del tiempo, de descubrir nuevas realidades y, sobre todo, de creer en lo imposible y, con valentía y visión, hacerlo posible. Escribir, como Verne lo entendió, es un salto y no un acto de fe en las posibilidades del ser humano, un monitum de que todos llevamos dentro la capacidad de transformar el mundo y llevarlo más allá de los límites que conocemos.

Referencias

Cajo Mejía, A., Vigo Gil, A., Vasquez Vergara, E., & Aguirre Cotrina, R. (2024). Visión Pionera: Reseña “De La Tierra A La Luna”. Lectura Abierta: Reseñas literarias y análisis de libros. Recuperado de https://www.lectura-abierta.com/vision-pionera-resena-de-la-tierra-a-la-luna/

Recess Time. (n.d.). De la tierra a la luna. Hora del Recreo. Retrieved November 19, 2024, from https://horadelrecreo.com/c-literatura/de-la-tierra-a-la-luna/