Hace 16 años, mi signo solar entró en una fase de pago del karma de quién sabe cuántas personas. Imagínate a un niño entrando en eso a temprana edad, hiju****, me pegó el karma de vidas pasadas, mis ancestros, y no se quienes más. Hasta este año, luego del primer eclipse, las cosas se fueron calmando, por primera vez todo el agua se calma, se siente liviano. Al fin siento que puedo tomar las riendas de mi vida (gracias moctezuma3ro por la inspiración).
Recuerdo una noche en la que no podía dejar de llorar, no entendía porque, ese mes entero lloraba unas cinco horas seguidas, dormía dos, estudiaba y repetía, y muchas veces me preguntaba el porqué, y mi intuición solo me decía, estás llorando y sintiendo todo el dolor que tus antepasados no pudieron.
Ahí me llegó una imagen (que no pude encontrar) donde lobos representando cada generación familiar han llevado flechas y armas pegadas en su espalda, cargando el dolor, y llega una que recibe todas las heridas de las anteriores, las llora y las sana para las siguientes no cargarlas también.
Llegué a un punto donde todo lo batallé en mi mente, y perdí la conexión con la vida externa, pero mi conexión con lo que llaman “más allá” se volvió tan fuerte que temí enloquecer. Pero mirando en perspectiva, creo que así lidié directamente con mucho karma que no era mío.
No me siento fuerte, ahora que mi entorno y situaciones han cambiado, no puedo evitar sentir que no tengo la preparación adecuada frente a la vida y todo me afecta de una manera diferente a las personas que me rodean.
Así que aquí me encuentro, de nuevo llorando por algo que no es mío. ¿No te ha pasado? Que te duelen cosas que nunca te han pasado, que lloras por sentir algo que no comprendes, que te molesta algo que no habías visto antes, pero sientes en tu interior un color enorme que no te deja en paz. O también, te ha pasado que, sientas que comportamientos se apoderan de ti sin tu tener un motivo específico, una vivencia que te dé la razón de tu actuar. Sentimientos de ira, de no poder haber hecho algo, pero simplemente aparecen y no sabes por qué.
Bueno, quizás he sido lo suficientemente autoconsciente para ver el cambio que viví desde una edad temprana, al ver cómo se despertaron dentro de mí pensamientos, sentimientos, acciones, que no entendía ni sabía de dónde salían. Por un tiempo pensé que era muy sensible a todo lo que me había pasado, pero luego comprendí que, a medida que conectaba con mi parte extrasensorial, estaba sintiendo todo lo que sintió mi madre, mi padre, mis antepasados alguna vez. Y ahí estaba yo, resolviendo cabos que estaban sueltos, porque de pequeña logré despertar esa sabiduría y conocimiento ancestral el cuál, aunque no se apagó, ha sido probado con fuego.
Ahora entiendo porque antes los “sabios” se alejaban de la sociedad, de las personas, porque pasaban un tiempo reflexionando, enfrentando sus demonios, su historia, sin distracciones externas, sin poder huir del enfrentamiento entre la luz y la oscuridad que habitan en nosotros. No fue mi elección alejarme, es lo que me tocó vivir. Y allí estuve, peleando mil batallas en mi mente, en mi corazón, en mi cuerpo, de las que solo quienes han vivido experiencias similares podrán comprender, porque tuve que enfrentarlas, no tenía más opción, no podía refugiarme en distraerme con salir, beber, estudiar.
Así que comencé a ver cómo tomaban forma las sombras que veía en la noche, comencé a oír las historias de mis antepasados, pero también conecté con los guías, con los diferentes tipos de vida que están con nosotros. Y lloré, lloré tanto hasta más no poder, sintiendo todo el dolor que otros reprimieron, sintiendo la carga que llevo desde que nací, sintiendo como las diferentes fuerzas que existen colisionan y conviven, y no podemos vivir sin ellas.
Años pasé estancada, dicen los demás, pero no saben que el agua corrió como nunca. Años de depresión dirían, pero no saben todo lo que ví y aprendí. Años de caer bajo, pareció ser, pero no saben que mi visión subió alto. ¿Pero y ahora qué sigue? Mi niña interior ya he trabajado en que sane, en que esté bien, pero ahora llega alguien muy enojada, mi adolescente interior, furiosa, clamando por actuar, porque ya luego de tanto tiempo llorando y pensando, perdí mi conexión con el mundo exterior, el mundo de la tierra, donde las acciones son las que cuentan, donde el trabajo se hace hasta conseguir la recompensa, donde tienes responsabilidades, personas que cuidar, relaciones que construir, dinero que obtener, conocimiento que aplicar.
Así que mi era de hermitaño, llena de la torre, las espadas en la espalda, el velo en los ojos, está pasando, en el proceso de caminar dejando las copas vacías atrás por algo mejor, por abrazar la muerte de lo que ya no debe ser más, y es entonces cuando esa estrella que he visto en mis sueños, esa rueda de la fortuna que me llama a moverla, me invitan a entrar en mi era de ser el loco, lanzándose por la colina para iniciar su aventura guiado por su sed de descubrir su mundo interior y exterior, para poder llegar a ser como el sabio, el mago, el rey, la reina, el soldado, el amante.
Mi mayor reto ahora es descubrir cómo cerrar este ciclo, porque a veces mi mente mira hacia aguas pasadas queriendo regresar, porque la comodidad del agua estancada se puede sentir cuando de repente estás frente al océano, donde no ves hacia donde vas, ni donde termina, ni que esperas, y te ahoga sentirte en un lugar sin fondo. Pero en medio de todo, conocer estas aguas desconocidas me dio un regalo, me presentó personas que personalizaron esas voces que me animan a seguir, y me retan a iniciar este viaje.
Yo quería plantas, la vida me dió peces.
Yo quería experimentar con muchas personas, la vida me enamoró de una que quiere pasar el resto de su vida conmigo.
Yo quería arte, la vida me dió ciencia.
Yo quería flexibilidad, la vida me dió rigurosidad.
Ya llegará mi momento...