Cuando comencé mi camino por la web 3, tuve que aprender a utilizar herramientas de inteligencia artificial para crear imágenes, con el objetivo de ir incorporando mejoras constantes a mi contenido. Ese proceso de aprendizaje se convirtió en uno de mis pasatiempos predilectos durante los primeros días de exploración, pues me resultaba muy divertido proporcionar las más insólitas instrucciones, para quedar sorprendida con el resultado de los prompts generados.

Durante esas jornadas de búsqueda incesante de nuevos conceptos, sucedió que tuve que cuidar en casa a uno de mis primos más chicos, que es, como suele decir su maestra del grado preescolar: el pequeñín más feliz el mundo. Esa tarde quise aprovechar su ingenio creativo, y tuve la idea de hacerle varias preguntas para conocer su visión del mundo, y usarla en mi nuevo emprendimiento.

Considero que los niños son los seres más creativos del planeta. No necesitan aplicar técnicas ni encontrar la hora adecuada del día para convertirse en autores de las más grandes creaciones: solo basta con fluir y sentirse libres de ser ellos mismos. Incluso, nos hacen preguntas que no dejan de sorprendernos, y a las que en ocasiones, no sabemos cómo responder de forma adecuada.

Escuchar su forma de apreciar el entorno fue totalmente alucinante para mí, y entretenido además. Me contó, lleno de entusiasmo, que nuestro planeta es una gran bola verde llena de flores amarillas. Durante el día, los niños juegan en él todo el tiempo o van a la playa; y ya en la noche duermen plácidamente después de escuchar los cuentos que les narran sus papás.

Imagen creada con IA

También me dibujó con palabras un bosque que ha visitado a menudo, el cual está repleto de árboles verdes, de los que cuelgan grandes hojas que parecen pompas de jabón. En ese bosque lleno de magia, el cielo tiene un azul muy intenso y el sol brilla para todos. Lo más interesante: solo es posible el acceso a él para las personas que sonríen cada día.

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