Chile y su natalidad: ¿Qué estará pasando?
Estamos viviendo un momento único en términos de igualdad de género. Hoy en día, los niños tienen la posibilidad de ser criados por padres más conscientes, con mucho más conocimiento, y lo mejor de todo, por ambos padres. Es el escenario perfecto para que florezca una generación con una crianza realmente distinta y espectacular. Pero, a pesar de todo eso, la tasa de natalidad en Chile es de 1.17 hijos por mujer (INE), cifra muy por debajo de la tasa de mantención de la sociedad de 2.1 hijos.
En el último tiempo me ha dado vueltas este tema. He leído sobre políticas públicas que intentan revertir esto con incentivos monetarios, regalando dinero, beneficios y todo lo que se te ocurra. Pero no pasa nada. No funciona. Los rusos incluso están planteando multar a quienes decidan no tener hijos. ¡Imagínate! multas por no reproducirse… ¡Qué locura! Pero bueno, yo tampoco creo que esa sea la solución.
Lo que me sorprende aún más es que haya gente celebrando que tener hijos “ya no es algo necesario”. No entiendo. Para mí, esto es una tragedia. Se siente como el resultado de ver todo en función de su utilidad: “tener hijos no me es útil”, “me quita tiempo”, “es caro”, “contaminan”. Como si fueran cosas sin vida.
El sistema que creamos: una máquina que no funciona
La verdad, lo que estamos viviendo es un reflejo de un sistema que no funciona. Un sistema construido bajo un esquema adultocentrista y, claro, hombrecéntrico (por no decir la palabra muchas veces odiada: patriarcado). Nos encontramos en un mundo donde para ser una mujer “libre” o “empoderada”, parece que hay que emular la vida productiva masculina. Pero eso no está funcionando.
Entiendo las razones. Existe un costo de vida absurdamente alto lo cual genera que la idea de tener hijos se vuelva prácticamente una utopía para muchas familias. No solo es la decisión emocional de traer a un ser al mundo, sino la decisión financiera de si es viable o no. Y, por supuesto, el acceso a métodos anticonceptivos y las oportunidades laborales para las mujeres - los cuales han sido logros indiscutibles que les han dado un control invaluable sobre sus vidas y cuerpos - han generado una sociedad “liquida”, donde las decisiones se postergan indefinidamente debido a la incertidumbre del futuro, (Zigmunt Baumant). La pregunta que nos queda es: ¿Que hemos sacrificado en el camino? Estos avances, aunque positivos, han venido acompañados de una presión silenciosa que muchas veces empuja a las mujeres a elegir entre su desarrollo profesional y personal, o la maternidad… como si fueran mutuamente excluyentes.
La utilidad de los hijos
Esto me lleva a una de las ideas más tristes: tener hijos ha dejado de ser “util”. Se nos ha programado para ver la vida como una serie de costos y beneficios, como si todo tuviera que tener un sentido práctico, de “inversión”. Así, muchos ven a los hijos como una carga. ¿Por qué? Porque consumen tiempo, energía y, sobre todo, dinero. Y lo peor es que esta narrativa la compramos como sociedad, sin darnos cuenta de que estamos reduciendo lo vivo a algo material.
El hemisferio izquierdo y cómo nos hemos “desconectado” de la vida
Aquí es donde me gustaría mencionar a Iain McGilchrist y su análisis del hemisferio izquierdo. Iain lo explica claramente: nuestra sociedad está cargada hacia el hemisferio izquierdo del cerebro, que ve todo como un objeto, como algo sin vida. Él lo describe así:
“El mundo del hemisferio izquierdo depende de desnaturalizar las cosas, hacerlas explícitas, ponerlas en categorías y casillas donde son menos que vivas.”(Iain McGilchrist, The Master and His Emissary)
Así es como terminamos viendo la crianza: una tarea utilitaria que se mide en tiempo, costo y esfuerzo. No es una decisión de vida, sino una transacción, una cosa más que agregas a tu lista de “hacer” o “no hacer”. Nos hemos desconectado completamente de lo que significa traer vida al mundo y cuidarla.
¿Qué podemos hacer?
No hay respuestas fáciles aquí. Las políticas públicas con dinero no han funcionado, y las sanciones… bueno, no creo que las multas vayan a inspirar a nadie a tener hijos. Lo que realmente necesitamos es cambiar la forma en que pensamos, y por consecuencia, el sistema que nos domina.
• Revalorizar la maternidad y paternidad: Ser padres no debería ser visto como un “cacho” (obstáculo, pero en chileno), sino como algo esencial y valioso. El problema es que social y económicamente no hemos valorado el rol de criar. Hay que cambiar la narrativa y reconocer que los padres son clave para el bienestar social.
• Redefinir el éxito femenino (y masculino): Si bien esta es para nada una tarea para un hombre como yo, pienso que la liberación no debería implicar emular lo masculino. No debiésemos seguir presionando a las mujeres a seguir un camino que las aleje de ser madres si quieren serlo. El éxito debe tener múltiples formas, y la maternidad puede y debe ser una de ellas. Con respecto a los hombres, la paternidad responsable es y debiese ser considerada como un éxito (y claramente hay mucho que pensar con respecto a quienes son irresponsables con sus hijos, pareciera que por aquí hacen más sentidos las medidas más castigadoras, ah meditar y reflexionar en un próximo escrito).
• Sistemas de apoyo reales: Guarderías asequibles, permisos parentales equitativos, flexibilidad laboral y apoyo emocional. No estamos hablando de medidas superficiales, sino de un verdadero apoyo que permita a las familias conciliar la vida personal y laboral.
Al final del día, la baja natalidad en Chile es un síntoma de un sistema que no está alineado con las necesidades humanas más básicas. Nos hemos alejado de lo que es importante, porque todo lo vemos desde una óptica de utilidad. Los hijos no son números, no son proyectos de costo-beneficio. Son el futuro, y su valor va mucho más allá de lo que pueda medirse. Es hora de que como sociedad reconozcamos eso y actuemos en consecuencia.
Me gustaría terminar con una cita de Gabriela Mistral: “El futuro de los niños es siempre hoy, mañana será tarde”.
Amor y ternura para nuestros niños.
En honor a mi Santino y Mateo.
Simon Sadhu