El 2016 fue un año lleno de momentos que todavía recuerdo con cariño. En octubre, BBVA lanzó un hackathon edición Halloween, y desde que escuchamos sobre él, mis compañeros y yo sabíamos que no podíamos dejar pasar la oportunidad. La idea de pasar un fin de semana rodeado de amigos y colegas en un evento así sonaba simplemente perfecta.
El hackathon comenzó el viernes 28 de octubre. Al llegar, la energía del lugar me impactó de inmediato. Ver a tanta gente apasionada, llena de ideas y listas para hacerlas realidad, era simplemente inspirador. Había varias categorías para participar, como banca digital y comercio electrónico. Nosotros nos decidimos por e-commerce. Nuestra propuesta era ambiciosa: queríamos innovar la forma en que la gente hacía compras de productos de colección, creando un sistema de pujas donde podrías ganar productos por precios ridículamente bajos, si acertabas el clic en el momento adecuado. En ese momento, sonaba como una gran idea.
En paralelo, los organizadores del hackathon anunciaron un concurso de disfraces. El premio no era muy grande a diferencia del objetivo principal del hackathon, apenas 350 dólares, pero decidimos participar, principalmente por diversión. Yo me disfracé de un Samsung “explosivo”, haciendo alusión a los famosos teléfonos que, por aquel entonces, se incendiaban. Mi amigo, en cambio, decidió disfrazarse de Bitcoin. En ese año, 2016, Bitcoin era una novedad de la que algunos hablaban, pero que pocos realmente comprendían. Nosotros sabíamos lo básico, lo justo para hacer chistes al respecto, pero no lo suficiente como para invertir en él. El precio del Bitcoin rondaba los 690 dólares en aquel momento, pero no teníamos ni idea de lo que vendría después.
Y entonces ganamos!! (el concurso de disfraces) Fue un momento increíble: a la gente le hizo gracia nuestros disfraces y teníamos en las manos esos 350 dólares que habíamos ganado. Pero entonces, el hackathon siguió y nuestra idea principal, la de comercio electrónico, no resultó ganadora. Tal vez porque nos distrajimos con los disfraces, tal vez porque simplemente no era tan bueno como creíamos. Sentí una mezcla extraña de emociones. Habíamos ido a un hackathon, un lugar diseñado para construir tecnología y crear soluciones innovadoras, pero ganamos un premio por algo tan trivial como un disfraz. Estábamos allí para probar que éramos buenos como tech builders, pero al final, lo que nos reconocieron fue nuestra creatividad para un disfraz.
La parte más difícil de todo esto creo que viene ahora, cuando reflexiono sobre lo que podría haber sido. ¿Qué habría pasado si esos 350 dólares, los hubiéramos invertido en Bitcoin? Hoy, mientras escribo esto, calculo que con ese dinero habríamos comprado 0.5 BTC. Ahora, en 2024, ese medio Bitcoin vale 33,783.18 dólares. ¡Una ganancia del 9,552%!
A veces pienso en lo que podríamos haber hecho con esa cantidad. ¿Podríamos haber aprovechado esa oportunidad? Sí, seguro. Pero no lo hicimos.Al final, lo que realmente me llevo de esa experiencia es el poder de la comunidad. Los hackathons no son solo sobre ganar o perder; son sobre la gente con la que te rodeas, las ideas que compartes y las conexiones que haces. En ese sentido, no perdimos del todo. El 2016 fue un año lleno de aprendizajes, de risas y de momentos que aún me hacen sonreír. Aunque la idea de haber perdido una pequeña fortuna en Bitcoin todavía me persigue, la experiencia de formar parte de una comunidad tan vibrante y creativa como la de la tecnología, eso es algo que no cambiaría por nada.