Un regalo siempre es mejor recibido cuando no se espera.
Participar en una buildathon, especialmente la de Base, que convocó a tanta gente interesante y súper capaz, me pareció una oportunidad única. Pero, la verdad, me preguntaba si valdría la pena aplicar si no creía tener opciones reales de ganar. Mi participación, seria más un formalismo y por el sentido del deber.
Un Momento de Decisión
Aunque tenía ganas de participar, sentía que en comparación con otros proyectos, el mío no destacaba. Sin embargo, sabía que si no lo intentaba, me iba a arrepentir. Así que, para no quedarme con la culpa de no haberlo hecho, tomé la decisión de postular.
Era el día antes de la fecha límite, y aún no había hecho la inscripción ni preparado el video de presentación. Me senté frente a la computadora por las horas que fueron necesarias, organicé mis ideas, revisé las bases y le di mil vueltas, hasta que lo envié. No me importaba ganar; lo que realmente me importaba era no dejar pasar la oportunidad, aunque fuera solo para aprender. No hubo espacio para pedir votos ni hacer campaña. Simplemente envié lo que pedían, y al día siguiente la vida continuó.
Cuando anunciaron a los ganadores, ni siquiera estaba al tanto. La entrega de resultados se había aplazado, así que perdí la nueva fecha. Ese día me conecté a un evento de Base, pero como estaba en inglés y yo estaba ocupado trabajando, no presté mucha atención. Solo noté que estaban presentando algunos proyectos y me desconecté porque tenía que salir. Una hora después, Mart (ya les hablé de el en el primer artículo) envió un mensaje felicitándome. No entendía por qué... mi proyecto tenía muy pocos votos... así que lo dejé para después de terminar mi jornada de trabajo. Cuando llegué a casa, le comenté a mi esposa que Mart decía que había ganado algo, así que me puse a revisar en el notebook de qué se trataba, y tenía razón... había ganado.
¿Recuerdan que me conecté para ver un evento y estaban mostrando algunos proyectos? Pues eran los ganadores, y entre ellos estaba el logo de BeeNouns. ¿Pero cómo, si no tenía votos? Fui elegido por el jurado, no por votos. No tenía palabras. El proyecto que pensé que no tenía posibilidades había sido reconocido, y de repente, lo que parecía un simple ejercicio del deber se convirtió en otra palmada en la espalda que me decía: "BeeNouns sí tiene sentido".
Una Lección Inesperada
Este triunfo fue una lección para mí. No se trataba de ser el mejor o de tener el proyecto más sofisticado, sino de estar presente, de visibilizar algo que para nosotros es importante, por modesto que fuera. A veces, las cosas que consideramos pequeñas o insignificantes pueden tener un impacto mayor del que imaginamos. Y cuando intentarlo se vuelve un hábito, la hazaña deja de ser una meta inalcanzable y se convierte en una posibilidad real.
Una Nueva Hoja de Ruta
Con este inesperado éxito, surgió la necesidad de abrir una nueva arista en el proyecto. Nuestra idea, que amamos pero que a veces parece inalcanzable, ahora tenía una validación significativa. Esto me ayudó a ver otra posibilidad, o a establecer pasos intermedios para afianzar lo que queremos. Cada nueva interacción nos va entregando nuevas opciones para mejorar.
Ahora, el plan es seguir desarrollando la propuesta, incorporando las observaciones del jurado y buscando la manera de generar alcance antes de desarrollar la idea por completo. Lo que comenzó como un simple ejercicio se ha transformado en un proyecto con un futuro prometedor, y esta vez lo abordaremos con la confianza de saber que, aunque los otros proyectos puedan parecer más impresionantes, siempre hay espacio para una idea que nace de la pasión y el compromiso.