Corría el año 10400 del calendario terrestre de las antiguas civilizaciones. El planeta había sufrido muchas transformaciones debido a los cambios climáticos y otros fenómenos ocasionados por las contaminaciones y mal uso del espacio del planeta, guerras nucleares y muchas otras atrocidades del hombre. Unas pocas ruinas de las antiguas potencias del orden mundial se extendían a lo largo del planeta como viejas cicatrices, que recordaba las barbaridades cometidas por la incomprensión del ser humano.
A pesar de lo ocurrido, una nueva y joven generación pudo sobrevivir y surgir ante las adversidades. A través de un arduo y lento trabajo, la humanidad recuperó y construyó un mundo próspero, limpio, eco-sustentable, y libre de las ambiciones y codicias mundanas.
Frente a la ausencia del 90% de la humanidad, el mundo, al igual que un cuerpo herido, tomo su tiempo para sanar y recuperar su orden natural. Los bosques renovaron su follaje y las especies volvieron a ocupar el espacio que les habían robado.
Sucedió en uno de los pequeños centros poblados, al sur del planeta. Un joven se encontraba disfrutando de un merecido descanso tras terminar su período de trabajo. Reposaba sentado sobre una gran roca cuando de pronto un hombre desconocido, de barba y cabello largo, se le acercó.
“Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”, anunció con voz firme.
“Perdón ¿Decía algo?”, preguntó el joven sacando uno de sus auriculares inalámbricos de su oído.
“Mi tiempo ha llegado, y finalmente, mi Padre me ha dado la oportunidad de volver”, explicó el caballero.
“Bien por ti, amigo”, respondió el joven asintiendo con su cabeza y volviendo a colocar su auricular en el oído.
“Yo soy el camino, la verdad y la vida”, recalcó en un tono bajo pero lo suficientemente fuerte para ser escuchado a través de los auriculares.
El joven desactivo la musica de su reproductor inalambrico y le echó una mirada de pies a cabeza.
“¿Acaso nunca habéis escuchado de mí?”, preguntó el extraño
El chico estaba por responder, sin embargo, el extraño continuó
“Soy el hijo del Hombre. El hijo de Dios, el Todo Poderoso, el Altísimo”
El chico tenía sus ojos totalmente abiertos, al igual que su boca. Agitó ligeramente su cabeza, sin tener idea de lo que acababa de oír.
“Solían conocerme con el nombre de Jesucristo”
El joven hizo una mueca con la boca, miró hacia arriba y a la derecha, tratando de recordar un nombre que jamás había escuchado. Tras unos segundos se rindió, levantó su dedo índice en señal de espera.
“Déjeme ver”, apremió mientras activaba un dispositivo atado a su muñeca desplegando una pantalla azul. De inmediato apareció el ícono de una lupa.
“Busca Jesucristo”, ordenó el chico
El dispositivo comenzó escudriñar todas las bases de datos de información almacenadas. El chico arrugó el ceño mientras aparecían listados de búsquedas sin coincidencias. Estaba a punto de darse por vencido, cuando de pronto, el dispositivo encontró en una de las bibliotecas antiguas conectadas a la red, dentro de la sección "Religiones", el nombre seleccionado.
Tras mascullar la información unos minutos más, respondió
“Mmm… Lamentablemente, señor JC”, continuó el chico chasqueando su lengua, mientras sus ojos recorrían, de un lado al otro, la información que aparecía en la pantalla. "Me temo que las ‘religiones’ dejaron de existir hace mucho, mucho tiempo atrás. Por lo que acabo de leer, creaban mucha disgregación, fraccionamiento y discordia entre las poblaciones. Finalmente, se decidió prescindir de ellas”
“Ahora recuerdo haber escuchado algo cuando estaba en la escuela. Pensaba que eran un mito”, rio entre dientes el joven
El extraño se sentó a un lado del chico, sin decir palabra alguna.
Ante la perplejidad del extraño, el chico decidió mostrar un poco de condescendencia
“No se preocupe, señor JC. De seguro encontrará algo más que hacer”, comentó el joven con una sonrisa.
Le echó nuevamente una mirada al dispositivo sobre su muñeca y lo cerró.
“Como siempre ha dicho mi padre: haz el bien sin mirar a quien y no hagas a otros lo que no quieras que te hagan,” comentó
“Por cierto, ¿Puedo hacer algo más por usted?”, preguntó el chico; sin embargo, el extraño, de la misma forma como había aparecido, había desaparecido.
Esta es mi entrada para el Concurso de escritura 'futuros' : usa las palabras para expandir lo imposible.