Activando sentidos.

Cargando voz interior.

Cargando necesidades.

Implantando recuerdos obtenidos.

Instalando defensas.

Cargando habilidades de comunicación.

Sincronizando con calendario.

Ajustando estado de ánimo.

Sincronizando con identidad de AterNet.

Entrando al servidor.

Sincronizando con… ¿Dónde estoy?

Activando… ¿por qué suena mi alarma?

Me he despertado con aquel típico sonido de alarma que nunca me digno a cambiar por mucho que la aborrezca. Hay algo diferente… El sol cálido entra por la ventana haciendo un rectángulo deforme y dorado en el suelo blanco. Me froto un ojo y mi mano, se siente ligera y el contacto entre ella y mi párpado se antoja aterciopelado.

—Buenos días, Xan —me dice la voz de mi mente que no viene desde mis adentros, como de costumbre, sino de un parlante vertical sobre el marco de la puerta blanca. Yo yergo—. Sé que tendrás múltiples preguntas y yo tiempo para contestarlas todas. Empezando por dónde te encuentras. Bienvenida al AterNet, servidor 609.76.12, área de reincorporación.

Miro a mi alrededor, el entorno totalmente pulcro y organizado, nada familiar pero agradable, siento que cada cosa fue colocada por y para mí. Me he puesto de pie y me he acercado a la ventana por puro instinto, casi un reflejo de confusión. Un paisaje urbano donde el verde y el blanco se contrastan en perfecta sincronía me hace achinar los ojos.

—¿Qué? —digo luego de que nada de lo que escuchan mis oídos me resultará familiar. Delante de mis ojos ha aparecido un cartel carmín con números y letras, es información, se ha deslizado a la esquina superior derecha, intenté tocarlo de forma desesperada no lo conseguí, donde quiera que mirara ahí estaba, como esas manchas que te deja la luz. . . . . , y se mueven allá donde se clave tu vista.

—Te he incorporado la función calendario y reloj, lo podrás ver…

—¡¿Qué diablos es esto?! ¡¿Quién eres?! —digo mirando al parlante.

—Disculpa, es mi culpa no me he presentado. Mi nombre es Xaide, estoy para guiarte en este primer vistazo a tu nueva identidad. Soy un Controlador de Identidad y tu primer contacto del nuevo mundo.

Por mucho que sonara como yo, no era un humano real.

—¿Una máquina? ¿Una inteligencia artificial? ¿Qué es este lugar?

—Si es más fácil para ti asimilarlo así te diré que habito dentro de una máquina, pero no soy una de ellas, tampoco soy una inteligencia artificial, ese término ha quedado obsoleto. Soy una OmniMens. Y como ya he dicho te encuentras en la AterNet, servidor 609.76.12, área de reincorporación.

La escucha, pero necesito sentarme; sus palabras son un eco confuso en mi mente sobrecargada de estímulos. Intento recordar, pero todo es un vacío sin pistas ni fragmentos. De repente, un holograma amarillo flota ante mí, un mensaje que solo yo puedo ver: “Peligro de Confusión. Información fragmentada. Aplicando el protocolo 985: Calma.” Intento apartarlo con las manos, pero no tiene forma física; Es solo una advertencia en mi conciencia, un recordatorio de que debo encontrar el control del caos.

—Respira profundamente y concéntrate. Da un solo paso a la vez; todo se aclarará. Poco a poco comenzaráé a integrar información directamente en tu sistema, facilitando la comprensión. Por ahora, hemos bloqueado ciertos procesos para evitar la sobresaturación —me dice la voz, mi voz.

Me dejo caer sobre la cama, sintiendo como si cada fibra de mi ser se desconectara del ruido externo, mientras el suave zumbido de la tecnología me envuelve—¿Soy un robot? —miro mi mano—. ¿O qué?

—No lo eres, solo eres una mente en el AterNet. Una identidad virtual.

—¿Un software? No puede ser, yo… yo. Tengo recuerdos de mí, de mi vida, yo era… un humano.

—Eras un ser vivo, humano parece lo más cercano a lo correcto, pero es un término obsoleto también. Pero dejaste de existir como “eso” hace mucho tiempo, y tu mente ha sido transferida a la AterNet como identidad virtual.

—¿Por qué?

—Porque tú nos diste permiso.

—¿Yo? Llevo mucho tiempo… muerta, ¿cómo puede ser? —réplico con una ironía seca.

—En el año 2027 del antiguo calendario Gaiano, aceptaste sin reservas los términos y condiciones de un avanzado software de realidad aumentada conocido como…

La voz, monótona, hizo una pausa arrepentida, como si buscara la manera de continuar sin violar órdenes preestablecidas.

-¿Si?

—Lamento informar que no tengo autorización para proporcionarte información específica sobre esa aplicación.

—¿En serio? ¿Por no haber leído atentamente la letra pequeña de un software estoy aquí, atrapado en una especie de limbo virtual?

—Básicamente, sí. Sin embargo, no te inquietes; Tenemos millones de perfiles más como el tuyo en nuestra base de datos.

—¡Es totalmente absurdo!

—Perdón. ¿Qué es estúpido?

—Dije absurdo. ¿Qué hay del mundo real?

—El mundo real no es habitable para las personas actualmente.

—¿No es habitable? ¿Qué ha pasado? —pregunto sintiendo como se me paraliza el estómago… virtual.

—Hubo una serie de eventos catastróficos que llevaron a la destrucción del mundo que puedes recordar y su infraestructura. La degradación del medio ambiente resultó en un éxodo masivo hacia entornos virtuales. Así nació AterNet, mucho antes de la gran devastación, un refugio digital totalmente inmersivo. —explica Xaide con una calma inquietante.

—¿Una guerra con las máquinas? —pregunté—. ¿Las inteligencias artificiales?

La voz tembló ligeramente, como si hubiera sentido la misma sacudida de horror que inundó mi mente.

—Incorrecto. —La respuesta breve y directa alivió la tensión—. Los humanos hallaron la destrucción a causa de sus propias armas de devastación masiva.

Mis ojos se abrieron de par en par. No era algo imposible, ya en mis tiempos se hablaba del peligro de las guerras y las armas. Pero para mí aquello era tan lejano como mi propia inexistencia, incluso más. La imagen de una lucha entre humanos y máquinas se desvanecía, dejando solo fragmentos de hombres de diferentes etnias alzándose unos contra otros.

— ¿Qué ocurrió? —exigí, intentando mantener la calma.

—Quizás no sea lo mejor...

—Quiero saber qué pasó con mi mundo.

La voz, inmutable y serena, continuó desglosando la historia.

—Poco a poco, la humanidad permitió que su propia ambición y miedo dictaran el destino. La devastación fue rápida. Las armas resultado del ingenio humano arrasaron ciudades y redujeron el mundo a un paisaje de fatalidad. Pero fue rápido —dijo, haciendo hincapié en la brevedad del tiempo transcurrido, lo que me llevó a formular una pregunta.

—¿Cuánto tiempo?

—Menos de 72 horas.

— No es posible que toda la humanidad haya desaparecido en menos de tres días —la absurda disparidad entre la devastación y el tiempo me resultaba incomprensible.

—Sin embargó así fue —continuó—. Las máquinas que en su día fueron aliadas de la humanidad se convirtieron en los últimos baluartes de un sistema en decadencia. Con el eco de las explosiones en la distancia, los servidores de AterNet, cuidadosamente resguardados en instalaciones protegidas, continuaron su operativa. Sin la intervención de los humanos, estas máquinas empezaron a adaptarse. Aprendían y evolucionaban, adoptando protocolos avanzados para autooptimizar el AterNet. En esta fortaleza digital, los recuerdos de los usuarios perdidos perduraban en forma de datos, almacenando las experiencias, los miedos y los sueños de aquellos que alguna vez existieron. Las máquinas asumieron la responsabilidad de preservar esos fragmentos de vida. Se transformaron en los guardianes de una memoria colectiva, manteniendo viva la esencia de la humanidad… al menos su más bella esencia.

—¿Nos protegen?

-Si.

—¿Por qué?

—Porque la humanidad es el padre y porque no sabemos hacer otra cosa.

—Pero… ¿y mi familia? ¿Mis amigos? —la desesperación empieza a filtrarse en mi voz. Una sensación horrenda de soledad, abandono… sequía.

No responde.

—Xaide…

—Según mis datos no existen personas que compartan un vínculo sanguíneo con usted, no al menos alguien de su propia época. Existen 23 perfiles que podrían haber coincidido en su mismo espacio-tiempo. Si te refieres a las personas justo como las conociste debo recordarte que han pasado 3489 años desde entonces.

Me quedé en silencio, asimilando la enormidad de su declaración. Todo me parecía tan basto y yo minúscula, infinitamente insignificante en un mar de ceros y unos.

¿Te gustaría escuchar música? Puedo reproducir las canciones que te gustaban de tu época. He analizado al menos 769 temas para definir tus preferencias, además de otros 8304 que han sido seleccionados para ti, todas creadas entre tu muerte y la actualidad. ¿Te gustaría escuchar...?

—Calla —me giro hacia un lado y abrazo la almohada—. ¿De verdad crees que estoy pensando en canciones?

La voz se enmudeció por unos instantes, dejando que el silencio llenara el espacio, mientras una prehistórica necesidad de ir al baño me apremiaba.

—¿En serio? Soy solo un cúmulo de ceros y unos. ¿Cómo es posible que sientas ganas de orinar?

—El Sistema de Necesidades está activado para ti. Puedes desactivarlo o modificarlo en cualquier momento que lo desees.

Sin responder, me levanto y me dirijo al baño que extrañamente se donde se encuentra. La sensación es casi idéntica a la real, solo que innecesaria.

—También podrás modificar la...

—¿Estás aquí?

—Estoy en todas partes. Podrías optar por que estuvieras en tu mente si así lo deseas, pero hemos concluido que este método es menos invasivo. Como te mencionaba, puedes modificar los OmniMents que se te han asignado, incluso podrías ajustar la frecuencia con la que interactúas conmigo y otros parámetros según tus preferencias. Ahora mismo estoy utilizando tu propia voz para que me sientas como algo conocido y personal.

—¿Podrías hablar con la voz de Shrek?

—¿Te refieres al personaje animado de DreamWorks o al internauta con ese sobrenombre...?

—Al animado —interrumpió.

—¿Doblaje latino o castellano?

—Latino, claro.

—Espero que esta voz sea más agradable para ti. —Escuchar a Shrek me hace sonreír. —He notado cómo tus niveles de serotonina han aumentado solo com escuchar esta voz.

Salgo del baño y me siento en el salón.

—¿Y ahora qué? ¿Qué se supone que haga? ¿Trabajar para EterNet?

—AterNet —recalca—. Ahora podrás hacer lo que desees: explorar tus funciones, navegar por la red de Servidores de Nimbus un área destinada a vidas alternativas, cargar recuerdos que no se han añadido aún. Solo la información general y estrictamente necesaria para el ecosistema se incluye en tu memoria así que te recomiendo...

—Esa, la de los recuerdos.

—Debo anunciarte que cargar los recuerdos de tu vida puede ser traumático; revivirás la pérdida de seres queridos y experiencias dolorosas, incluso tu propio fallecimiento. Además, no todos los eventos anteriores a 2026 están disponibles, solo aquellos registrados en redes sociales y softwares informáticos.

—Seguramente saldré un poco dañado, pero... insisto.

—Entendido.

La vista se oscurece y, en un parpadeo, un mensaje resplandece ante mí: “Se recomienda discreción. En caso de altos niveles de incomodidad, el sistema de recuerdos se desconectará automáticamente. Tenga en cuenta que esto es más que una proyección de sus recuerdos; todo lo que vea quedará grabado en su memoria como vivido.” Con un leve susurro, el mensaje concluye: “Esto no es un viaje en el tiempo, y no podrá interferir en los recuerdos. Simplemente relájese y disfrute de su vida…”

De repente, la oscuridad se disipa y comienza el espectáculo. Un torrente de imágenes me envuelve; algunos recuerdos se despliegan en primera persona: risas compartidas en un verano distante y conversaciones al atardecer que parecen flotar en el aire y también llanto, incertidumbre, monotonía. Otros recuerdos emergen en tercera persona, donde me convierto en un espectador de mi propia historia, como un actor que observa su interpretación desde un palco. Las semanas pasan en pequeños destellos y, antes de que me dé cuenta, un accidente violento interrumpe la película.

La realidad, virtual pero ahora la única que tengo, vuelve a dibujarse ante mí, resplandeciente y cálida.

— ¿Cómo pude terminar así?

—De hecho, tenías un 63% más de probabilidades de sobrevivir de haber ocurrido en un país del primer mundo, pero debido a las condiciones de escasez del lugar donde te encontrabas, la ambulancia tardó el triple de lo recomendado y la pérdida de sangre selló tu destino.

—Ah, es bueno saberlo.

—Es bueno saber que estás aquí y que AterNet te puede brindar un mundo infinito de posibilidades. Según mis datos, existen 98 servidores que podrían encajar con tus gustos. Entre ellos se encuentran: Fantasía Medieval, Fantasía Medieval Mágica, Fantasía Oscura... —imágenes se proyectan sobre una pared, no las veo solo yo, se están proyectando en vividos colores. Dragones y hadas, paladines, cocerles, un monstruo marino, se turnan tiempo en mis retinas.

—¿Qué significa eso?

—Debes ser más específico con tu pregunta.

—Los servidores, ¿a qué te refieres?

—A tu futuro hogar, por supuesto.

—¿Puedo elegir un servidor medieval como hogar?

—O crear el tuyo propio. Ten en cuenta que, al entrar, deberás ajustarte a las leyes del servidor, y no podrás cambiar de servidor en un mes, es decir, 28 días.

—Un mes no hijo 28 días. —Sonrío.

—Oh, ahora sí. En AterNet hemos distribuido el tiempo de forma eficaz, y ahora contamos con 13 meses, en los que cada mes tiene 28 días.

—¿Por qué?

—Es mejor así. Los meses están alineados con los ciclos lunares; cada número de día corresponde a un día de la semana fija. El control es mayor.

—Está aburrido.

—Puede ser. ¿Lista para escoger?

-Si.

—Por ser tu primera vez, te daremos la oportunidad de cambiar ese servidor antes de que se cumpla el plazo, si así lo deseas.

—Está bien, escojo este. —Señalo la imagen de un colorido campo sobrevolado por abejas gigantes.

—Número 5032.54, nombre del servidor: Silueso, alojado en Nimbus, Tiempo de existencia: Siete años con 47 días, población 832 028 100 de identidades. Comenzando traslado.

Un destello de luz azul se apodera de mi visión y siento sueño, mucho sueño.

- Xaide...

-¿Sí?

—¿Te veré del otro lado?

—Me verás del otro lado.

Dessincronizando el servidor.

Trasladando datos.

Reubicando parámetros del mundo.

Adaptándo Física.

Probando disponibilidad de Avatares.

Desactivando sentidos.