Disclaimer:
Quiero aclarar que mi intervención se basa en mi experiencia y conocimientos como desarrollador, y no como un experto en ciencias políticas. No soy politólogo ni tengo la formación académica en este campo. Los puntos de vista expresados aquí son personales y están fundamentados en mi comprensión de los temas desde una perspectiva tecnológica.
Este contenido no pretende ofrecer análisis político profundo ni sustituir la orientación de expertos en el ámbito político. Mi objetivo es compartir ideas desde el ángulo de desarrollo y tecnología, y cualquier interpretación política es responsabilidad exclusiva del lector.
Les insto a consultar fuentes especializadas y a obtener opiniones variadas para formar una comprensión completa de los temas tratados. Agradezco su comprensión y estoy abierto a discusiones constructivas y aportes que enriquezcan la perspectiva general.
Durante mis momentos de curiosidad, descubrí un foro en la Cámara de Diputados en el que se discutió sobre el sistema de votaciones mediante tecnologías blockchain en México. Esto me llamo la atención, ya que no esperaba que este tema se abordara en la Cámara de Diputados, bueno, después de lo del alien peruano ya no sorprende nada. Y después de escuchar todas las presentaciones, he llegado a la conclusión de que no estamos listos para votaciones mediante blockchain
Antes de explicar por qué, quiero dar una pequeña explicación de qué es una votación electoral:
Una votación electoral es un proceso fundamental en cualquier sistema democrático, donde los ciudadanos ejercen su derecho de elegir a sus representantes y participar en decisiones cruciales para la sociedad. Para que este proceso sea legítimo y confiable, se deben establecer mecanismos que garanticen tanto la privacidad de los votantes como la credibilidad de los resultados.
Tomando en cuenta esta definición, parecería que cualquier protocolo de blockchain podría ayudar a que sea legítimo y confiable, ya que la descentralización y distribución de blockchain pueden aportar eso. Soluciones como las "zero-knowledge proofs" pueden contribuir a ello. Sin embargo, nos falta un factor que intentamos eliminar y que, sin embargo, continúa, y este es el factor humano.
Retomando las ideas de Tom Scott, en las cuales explica por qué el voto electrónico es y sigue siendo una mala idea, señala que el factor humano es una pieza clave de su fracaso. Desde hackeos a terminales, dispositivos o incluso vulnerabilidades de código, hace que este tipo de votaciones sea igual de segura (si no peor) que el método de votación al que estamos acostumbrados.
Pero, si eliminamos este factor y, por un milagro, todos los dispositivos o terminales no tienen vulnerabilidades, y el contrato inteligente donde se llevarán a cabo las votaciones está extremadamente auditado sin ningún error (lo que incluye hasta la versión de compilación que se usa), aún hay otro factor que hace que sea una mala elección: la vida real.
Comencemos desde el costo por transacción. Si asumimos que todos los votos se realizan en la cadena de tu preferencia, por más económicos que sean, estos precios pueden aumentar exponencialmente. Hagamos un ejercicio mental. Tomando en cuenta que omitiremos a regiones aisladas, de bajos recursos y rurales (por obvias razones), según datos del INEGI del censo de 2020, esto nos deja con un 79% de personas viviendo en áreas urbanas. Eso nos deja con 100.133 millones de personas votando, aun así considerando los protocolos con mayor TPS sigue siendo una congestion que puede aumentar de golpe los precios de gas por TX aun así estos se ordenen de la misma manera que se hacen en votaciones.
Aun si encontráramos una manera de acomodar los votantes, donde cada cuenta tenga "account abstraction", habrá una proliferación mayor de votos comprados. Es más fácil reunir a las personas en un mismo punto donde se pueda comprobar que votaron por el candidato X, y así recibirán su "ayuda" por apoyar. Aunque existan soluciones como usar el sistema geolocalizador y mostrar mapas de calor donde se hagan estas reuniones, puede haber muchos falsos positivos, especialmente en áreas departamentales donde la población sea mayoritariamente mayor de edad para votar. Junto con ello, la controversia que causaría esta propuesta, imaginando una comunidad dividida entre personas dispuestas a escanear su ojo en un orbe gigante y aquellas que no lo harían, añade otra capa de complejidad y preocupación.
Ahora, imaginemos un mundo ideal donde nadie sea corrupto, las máquinas no tengan bugs y las blockchains jamás experimenten momentos en los que el gas se dispare hasta las nubes y no se colapse.
Nos queda el factor del trilema de blockchain. En esta parte, no explicaré qué es ese trilema, ya que hay innumerables videos, posts y publicaciones que lo explican hasta el cansancio. El área gubernamental, en este caso, el INE, deberá elegir con mucho cuidado qué blockchain escoger.
Una solución que vi en el video ya mencionado es el uso de Linux Hyperledger para las votaciones. Sin embargo, es una pésima idea para un sistema público y, sobre todo, algo tan delicado como las votaciones de un país.
El uso de blockchains privadas en este sector puede eliminar una de las partes importantes del trilema, que es la descentralización. Sin ella, la manipulación de votos sería demasiado sencilla de realizar. Sin embargo, muchos abogan por que hacerlo privado haría que fuera más sencillo salvaguardar los datos, al no estar de manera pública en un explorador de bloques. Esto es todo lo contrario; soluciones como las subnets de Avalanche, Arbitrum Orbits o las parachains de Polkadot pueden proporcionar esa seguridad sin comprometer la descentralización. Esto deja en evidencia que los conocimientos por parte de entidades gubernamentales sobre blockchain son demasiado básicos, algo que como ciudadanos debería generarnos inquietudes sobre cómo quieren manejar ese proceso.
En conclusión, si la idea del voto por blockchain es realmente noble y aportaría mucho, siento que es un factor que debemos dejar para el final para asegurar la democracia. Sin embargo, una buena cultura democrática puede contribuir mejor, haciendo que la tecnología blockchain sea un añadido que encajaría perfectamente en una sociedad saludablemente democrática.