“El pesimismo nos rodea, sobre todo en la actual epidemia de depresión y ansiedad y en los sentimientos generalizados de positividad e impotencia sobre el estado del mundo, sobre la crisis climática, sobre las guerras y la violencia, y la implacable explotación de la naturaleza y de las personas.

Como en el Cándido, parece que vivimos en un mundo bipolar en el que o bien sufrimos una abrumadora melancolía por la dirección en la que vamos, o bien vivimos en un estado de negación y asumimos que "todo saldrá bien", mientras seguimos con los ojos fijos en una pantalla que nos lleva a otro universo" .

Tomado del libro:
La mente bien ajardinada de Sue Stuart Smith

Ya era tarde en esa montaña,
tarde de color,
tarde de olor,
tarde de montaña,
llena de vida,
plantas y vapor.

Había un difuso color, era verde o gris, a esta altura no es clara la observación, una cargada desolación aumentaba al ritmo de la humedad.

La desolación, ese sentimiento humano que nos aleja de lo sobrenatural y nos ¡eleva! a más desolación.

En esta montaña se encuentran esos árboles suaves y cobijosos, de esos que se pierden en lo alto del cielo y aparecen sigilosamente como una mancha plateada. Yarumos los llaman, y con raíces carnosas se erigen a alturas que conectan las nubes con la biomasa.

Anturio gira suave su cabeza y con sus ojos amarillos mira de reojo a Lavanda:

—Ya sé— que lo has pedido, pero el lugar de tu visión está aún más lejos.

Mientras se movían con cuidado sobre la hojarasca, intuyendo un camino no previamente trazado y guiados por una crepuscular luz, no veían rastro de seres humanos, solo rastrojo, musgo, fragmentos de piedra y hongos que con cada nueva pisada soltaban como bocanadas de polvo, unas pequeñas partículas inquietas, que cuando se cruzaban con la luz parecían miles de pequeñas explosiones, pero a pesar de las pisadas un mutismo en el ambiente aumentaba.

Avanzaban en una oscuridad extendida donde las ramas hermosamente brillaban como proyecciones sobre sus patas.

—Anturio— aunque sea sombrío el camino,
el que seas un gato protector siempre resulta muy apaciguador.

Impresión de dibujo digital: Los sueños de Lavanda

Treparon un árbol, saltando de rama en rama con sus afiladas garras, miraban desde lo alto con sigilo y al acecho, se asistían el uno al otro, en una vigilancia de perímetro como los gatos del ejército. Tras de ellos un banco de niebla espeso borraba el camino que recién se habían trazado. Anturio y Lavanda contemplaron la niebla y en sus ojos redondos y brillantes se cruzaron miradas de emoción.

Pasada una hora, el paisaje comenzó a hacerse más extenso, más silente y desbordado de bruma, todo lo que habían visto ya se había diluido. Los sonidos se atenúan bajo el frío y el espectro sonoro es cada vez más grave. A esta hora el clima siempre es desgarrador y Anturio a pesar de ser un gato negro ahora se veía gris, plata y blanco, era confuso con tanto vapor. Lavanda una gata parda, con paso firme y curiosidad inmutable se veía descarnada y suave, parecía que por su naricita en forma de corazón analizaba cada compuesto de este aire desgarrador.

Su cuerpo en estatismo la anclaba al suelo
y su naricita se movía como antena que debe vigilar,
en un movimiento al azar,
como una mariposa al volar.

Un grito la interrumpió, —¡Lavanda!— no te quedes ahí, tu visión está más lejos.

Te pierdes con cualquier brillo vacío,
la dopamina de tu alrededor puede contaminar tu visión.

Muévete rápido,
más rápido,
más rápido,
que el scroll.

Lavanda antes paralizada, ante la ira de Anturio continúa su marcha, entre las tinieblas sus orejitas puntiagudas se movían alertas a los suaves y extraños resquebrajamientos, vieron como el gris crepuscular pasó de un tono rosa a un ocre, verdoso, naranja (un color difícil de determinar) y a pesar del silencio y la frialdad había una vibración en el ambiente.

Un zumbido se mezclaba con un golpe seco, alertando la caída de un cobijoso Yarumo, el romper de este árbol sonó igual que un dique al explotar.

Un zzzzzzzzzzz en el ambiente quedó como el eco de la deforestación.

Es en este sonido que Lavanda notó como en una mente escarpada, ahora yacía atrapada. Se apoderó de ella un temblor pues en realidad no había suelo bajo sus patas, no escuchaba el eco de una notificación, la luz no sabía si era luz, porque todo se veía como en un difuso color, un polvo cubría todo y ella comenzó a parpadear tratando de agudizar.

Comenzó a chasquear sus dientes.

—Lavanda— , no entiendo cómo quieres llegar, si te desconcentras con tantos miedos. ¿Cómo vamos a llegar?

—Mira Anturio,— tras cada pensamiento el mundo se va desvaneciendo,
me queda difícil asimilar este manto de nubes,
que si arriba, abajo…y más allá.

Querida Lavanda, si cierras mal el terrario digital comienza a gotear y lo que habita en su interior entra en un estado de descomposición.

¡Muévete ya! Si no quieres que otra idea se vuelva a fugar.

En ese instante un cucarrón voló sobre la cabeza de Lavanda y ésta se distrajo de la conversación, dio un salto olímpico que la hizo ver más grande de su tamaño real, y haciendo una mueca con sus afilados dientes destrozó en un crujido el caparazón.

Mientras volaba en este acto de cacería, y absorta en su satisfacción depredadora cayó en un abismo del terrario digital, sin saber en qué tórrida región iría a parar, su naricita en forma de corazón se comenzó a calentar y una luz radiante como si fuera un potente sol saturó el ambiente de mucho color.

Anturio agitado gritó:

¡Rápido! que el día es corto y el tiempo parece devorado por tu mente atroz.

Lavanda con la quijada desencajada y erizada de tanto verdor, pronto se quedó sin fuerzas y gimió:

Ignoras eso,
eso es,
lo que es.
El refugio de mis sueños,
ilusiones y deseos.

Impresión de dibujo digital: Los sueños de Lavanda

Anturio bostezó y con una mirada sarcástica (esa que los gatos negros tienen perfeccionada) fue cerrando sus ojos y murmuró:

Sueños e ilusiones,
querrás decir,
adicciones y distracciones.

Y girando un par de veces ronroneó y profundamente así cerró:

En el fondo se que tu temor
es que este bosque nuboso a punto de exterminación
te deje sin fuerzas, sin agua, sin respiración.

No te resistas al reposo,
y ve a un rincón de este bosque nuboso.

Aunque le temas al verdor
o al fin de tu mundo en un tifón,
busca la carnosa raíz y como sanguijuela
estate muda ahí.

Espera la mutación,
tu y tu alteridad,
como dos sombras que se persiguen
se encontrarán,
y al final la información
en tu gélida mente se alojará.

Aunque te crujan los huesos
cada que intentas avanzar,
por ahora ten cuidado con tu huella digital.

Aférrate a este Yarumo,
contra los mitos negativos,
pues no puedes luchar solo
con las armas de tu racionalidad.

Sospechaba que a pesar
de ver tu tétrico reflejo en tu pantalla,
como en la mayoría de nuestras interacciones
te has perdido en un filtro de luz y de colores.

Temo que esta conversación
termine en el fallo de tu atención,
acumulada como una masa más,
gelatinosa y esponjosa
en la caja de tu chat.

Lavanda en un transe de ronroneos, con sus ojos cerrados, le susurró:

—Anturio, estas son ya —características de la modernidad,
mientras dabas tu monólogo,
la realidad ya ha tocado su alteridad.

(…) A propósito,
en el ambiente hay una vibración,
es porque tienes una notificación.

Fotogramas de una selfie-caída en el Terrario Digital

Nunca habrán demasiadas preguntas

Los pensamientos detrás de este texto

En Colombia los bosques nubosos son la principal fuente de agua, ya que poseen unas particularidades tanto en altura y humedad que los convierten en fuente de condensación que facilita el ciclo del agua. Además, su clima tropical permite que exista una inmensa diversidad de aves e insectos polinizadores no solo a nivel del país sino del mundo.

Se estima que en Colombia estos bosques nubosos están en peligro de desaparición debido a la tala indiscriminada causada por el asentamiento de ciudades, además de la falta de regulación industrial para sectores como la agricultura y la ganadería.

Actualmente, vivo en una casa rural cerca de un pequeño bosque nativo, en el transcurso de dos años este bosque ha sido marcado y ahora se encuentra a la espera de ser talado. Allí, aún está de pie un Yarumo, árbol que ha inspirado este texto, que no sé si es cuento, o tal vez rima o un collage de palabras. Lo que sí te puedo compartir es que en las últimas semanas mis pensamientos han orbitado alrededor de la ecología, ecosistemas, biomimesis y la huella digital.

No solo sobre el contenido que producimos y el nivel de impacto que podría causar en temas energéticos e hídricos, sino también, la problemática de la información y el espacio que ocupa. Hace poco escuché en un podcast llamado la IA y tú (en Pódium Podcast) donde se mencionaba que hasta el contenido “efímero” de una Stories de Instagram queda alojado en la nube, esta afirmación me retumbó: el contenido ¿Puede ser o no efímero? 24 horas en mis Stories a ¿Cuánto espacio equivalen? no lo sé, pero seguramente luego lo investigaré.

Por otro lado escuchaba en un podcast de ficción llamado DELETE (en Spotify) que se planteaba la premisa alrededor del almacenamiento y la aceleración desbordada en la producción de contenido. Entonces, la humanidad llegaba a un punto de depuración con respecto al espacio de almacenamiento, el espacio que habitan nuestras imágenes y recuerdos, el espacio que ahora mismo habitan las letras de este texto. Pero, lo que más me cuestionó de este podcast fue el tema del borrar la memoria, lo que queremos borrar, lo que no queremos asumir y por lo tanto es mejor no borrar, el apego al contenido y nuestra transformación neurológica a la hora de delegar funciones, entre otras cosas.

He tratado de condensar todos estos pensamientos y emociones en este texto de ficción y si has llegado hasta aquí, te agradezco por la atención.

Siempre habrá algo por decir sobre el tema que nos apasiona, y además nunca serán demasiadas las preguntas ⌐◨-◨

By Kellposky

Bibliografía

https://hipotesis.uniandes.edu.co/index.php?option=com_content&view=article&id=197:los-bosques-nublados-tropicales-y-el-cambio-climatico-el-agua-esta-en-riesgo&catid=15&Itemid=207

https://www.iagua.es/noticias/colombia/14/07/16/los-bosques-de-niebla-de-colombia-en-retroceso-por-el-cambio-climatico-52145#:~:text=El%2025%2C5%25%20(2.476,(1.791.703%20ha).

https://es.mongabay.com/2017/02/colombia-bosques-de-niebla-en-cundinamarca/