En un mundo cada vez más interconectado, migrar y emprender se han convertido en una realidad común para millones de personas. Ya sea por motivos económicos, políticos, educativos o personales, el acto de dejar atrás tu lugar de origen, tu casa, un lugar cargado de emociones y recuerdos para aventurarse en nuevos horizontes implica. No solamente un proceso emocional, sino recorrer un camino lleno de valentía, perseverancia y disciplina; esta última palabra es crucial para poder comprender la montaña rusa que significa migrar y emprender en tierras lejanas.
Estoy consciente de que has leído muchas historias como estas o tal vez escuchado. Esto no es un artículo heroico; realmente solo deseo compartir contigo mi experiencia de migrar y emprender en otro país.
A cada ser humano se le presenta un momento en la vida que le permite tomar una decisión crucial, tal vez desde el dolor de dejar todo atrás y comenzar de nuevo, con miedo, incertidumbre, nostalgia, pero con todas las ganas de sumergirse en una nueva aventura. Es como cuando tú subes una montaña, al inicio vas feliz disfrutando el paisaje hasta que viene una neblina que no te permite ver el camino correcto; te ataca el miedo de tropezar con una piedra, hacerte daño o lo extremo morir, pero cuando llega a la cima te sientes tan orgulloso que sientes que todo ese esfuerzo valió la pena.
Así es el camino del emprendedor; nada es lineal. Un día te sientes que puedes con todo y que tus ventas están como querías y otros días no. Una curva llena de fracasos, éxitos, caídas, subidas, pero al final un proceso que te ayudará a crecer como persona, creer más en ti, en tus ideas, reconocer tu valor y sobre todo tu propósito de vida.
Cuando yo decidí emigrar tenía un miedo terrible porque ya tenía una empresa en mi país, pero debido a las crisis que atravesaba en ese momento tuve que cerrarla con todo el dolor del mundo. Metí mi corazón en la maleta y inicié un nuevo rumbo.
Al llegar al aeropuerto estaba como desconcertada, perdida, con el corazón destrozado, pero con el paso de los días, como toda emprendedora decía: ¡Ok, es hora de ver cómo hacemos para salir adelante! ¿Cómo puedo empezar? ¿Cómo puedo ganarme la confianza de las personas con respeto a mis productos? Entonces un día me levanté con todo el ánimo del mundo y preparé algunas muestras de mis productos, y repartí a todo aquel que veía en la calle. Les explicaba, le daba mi contacto, pero me daba cuenta que algunos huían pensando que les iba a hacer algo (y ojo, no es por mal aspecto), otros me recibían por amabilidad y los botaban a la siguiente cuadra. Sin embargo, eso no me desanimaba, pero era evidente que tenía que buscar otra manera de generar ingresos para poder invertir en mi idea y transformarla en un negocio rentable.
Así decidí buscar trabajo, pero tenía una hija pequeña en un país que no conocía a nadie, por consecuencia no iba a dejar a mi hija sola. Pensé que otras habilidades podría explotar para generar ingresos y la encontré: "pasear perros" ayudaba a las personas que no tenían tiempo y ellos me ayudan a mí. Lo mejor es que podría engancharme a mi hija en el pecho mientras paseaba perritos pequeños por toda la ciudad y así fui sumando, ahorrando hasta poder invertir en mi idea…
Para ser sincera había días de NO tenia la fuerza, me deprimi, otros días pensaba que mi idea no iba a funcionar, no les voy a mentir pero siento que no todo el tiempo somos positivos y esta bien a veces la positividad excesiva llegar a ser toxico porque no nos permite sentir las emociones , que son tan importante para nuestro crecimiento y ser un emprendedor es un acumulo de información adquiridad con el paso del tiempo no solamente de negocios si no de hábitos, fracasos, vida, días buenos y no tan buenos pero todo esto suma para la transformación del ser que esta preparado para subir su próximo escalón y como lo menciona victor Frank en su libro el hombre en busca del sentido “ hay que sentirnos Dignos de nuestros sufrimientos “ porque significa lo valiente que hemos sido para sobrellevarlos es como un logro intimo genuino.
Un día quise ir a una conferencia de mujeres donde hablaban del emprender, y esperando que iniciara la conferencia se me acercó una persona que no la conocía y me preguntó qué hacía, a qué me dedicaba y le comenté… De repente me da un contacto y me dice dile que vas de mi parte. Pueden creer que desde ese día cambió mi vida, fue como un golpe sin anestesia; pude hacer alianzas con estas personas e iniciar mi negocio…
¿Suerte? Creo que fue estar en el lugar, el momento indicado; es como Dios te dice: ¡Aquí está! ¡Ahora comienza! Ese día me sentí la mujer más afortunada del mundo, bendecida; actualmente mi idea sigue creciendo, escalando, sembrando con la fe y la certeza de que pronto podré ayudar a otros emprendedores.
Siempre digo que si tú deseas obtener cosas nuevas no lo vas a encontrar haciendo siempre lo mismo, ni todo va a llegar fácil. Todo amerita esfuerzo, conocimientos, estrategia, hábitos, pero sobre todo perseverancia hasta en los días que no queremos hacer nada.
Si tú, emprendedor que me lees, en este momento de tu vida las cosas no van como deseas, recuerda que Todo es temporal, creer en ti es creer en tus proyectos, amarte a ti mismo es amar lo que haces y todo, absolutamente todo, hasta la felicidad depende de ti. Tu mayor poder es el no rendirte jamás y si no funciona, cambia de camino, pero no de propósito. Migrar y emprender es un proceso complejo que combina desafíos significativos con oportunidades emocionantes.
Desde enfrentar la incertidumbre inicial hasta celebrar los logros, cada paso en este viaje es una lección de resiliencia y perseverancia.
Al final, migrar y emprender no solo es un viaje geográfico, sino también un viaje personal de autodescubrimiento y crecimiento. Es un recordatorio de que, independientemente de nuestro lugar de origen, todos compartimos la capacidad de innovar, crear y contribuir positivamente al mundo que nos rodea.