En realidad no solo uno, sino una serie de subgéneros literarios derivados del “climate fiction” y otras especulaciones/visiones futuristas. Estoy participando de la Primera Cohorte de escritores muy nounish organizado por Nación Bankless y hoy les voy a hablar de las narrativas Solarpunk, Cyberpunk, Junkpunk, entre otras; especialmente de la primera y de cómo estas tienen cabida en la Web3.
La mayoría de las personas relacionan el acto de escribir con lápiz y papel, nuestros padres tal vez lo vinculen con una máquina de escribir. Algunas llegan a imaginar una computadora con un .docx (.odf si eres de lxs míos) abierto y un cursor palpitante que cava una angustia cada vez más profunda en una página en blanco. Para muchas es lo más tecnológico con lo que relacionarían el acto de escribir.
Entonces, ¿Cómo es que un género literario que además habla de la conexión con la tierra, con el sol y la naturaleza, es ahora una parte profunda de las comunidades en Web3, la última fase tecnológica que estamos viviendo como humanidad?
Flashback
Para entenderlo, vamos del futuro al pasado, es el 30 de octubre de 1938, suena el programa de radio The Mercury Theatre on the Air, la voz de Orson Welles narra la novela “La guerra de los mundos” del autor de ciencia ficción H.G. Wells. Con la ayuda de Howard Koch y el equipo del programa, adaptaron la novela para contarla en formato de boletín de noticias, con efectos de sonido para que sonara lo más convincente posible.
Pues lo lograron, lo que no se esperaban, fue generar una histeria colectiva; muchas personas huían de sus casas, se refugiaban en los sótanos, llamaban a los servicios de emergencias o toda clase de ocurrencias surgidas de querer salvarse de una supuesta catástrofe planetaria.
Esta fue la primera vez que la ciencia ficción tuvo una incidencia directa de tal proporción en las personas de a pie. Como H.G. Wells, tenemos a Julio Verne, Ray Bradbury, Ursula K. Le Guin, Isaac Asimov, entre algunxs de lxs autores más famosos del género de SciFi (Ciencia Ficción). Actualmente, los lectores fieles al género sabrán reconocer a Cixin Liu y Dan Simmons.
Los subgéneros:
Gran parte del SciFi se centra en imaginar como será el futuro y en este sentido han surgido diversas corrientes que resumiré así:
Cyberpunk: Es el más famoso de todos estos subgéneros, ya que ha sido bastante representado en muchas películas como Brazil de Terry Gilliam y Akira de Katsuhiro Otomo. Trata de mundos distópicos donde los dictadores usan la tecnología para controlar el mundo, si no es que la misma tecnología busca controlarlo como en Ghost in the shell de Masamune Shirow, **o lo ha logrado como en Terminator de James Cameron.
Junkpunk: También conocido como Salvagepunk o Scavenged Punk, se trata de sociedades que han logrado sobrevivir y construir infraestructura y tecnología a través del reciclaje. Encuentra inspiración en la cultura DIY (Hazlo tu mismx) y trabajos como el del artista cubano Ernesto Ozora sobre Desobediencia tecnológica. Recomiendo una serie llamada Scavengers Reign o Planeta de Recolectores, su nombre en español, creada por Joseph Bennett y Charles Huettner.
Post-Cyberpunk: Es el mundo postapocalíptico, las máquinas ya gobernaron y ahora la sociedad sé reconstruye en medio de imágenes surrealistas. Es cyberpunk sin distopía.
Solarpunk: También contrario al cyberpunk, este tal vez con más ímpetu. Es la utopía hecha realidad, es un mundo donde ni siquiera llegamos al colapso. La humanidad reacciona a tiempo antes de una peor crisis climática como la que ya estamos viviendo. Cambiamos tanto la obtención de recursos como el sistema de gobierno. La energía solar es masificada y accesible. La gobernanza es descentralizada.
También hay narrativas retro-futuristas que se imaginan líneas de tiempo paralelas, de las cuales el más famoso es el Steampunk, dónde la tecnología de máquinas de vapor es llevada al siguiente nivel, así como el uso de la ropa al estilo de la época victoriana. Una película muy famosa al respecto es Wild Wild West.
Estos, entre muchos subgéneros que surgen actualmente entre novela, comic, manga y otros formatos, son solo algunas de estas fascinantes formas de imaginarse el futuro, algunas aterradoras, otras esperanzadoras. En una siguiente entrada ampliaré el tema para hablar de más subgéneros de este tipo como el Lunarpunk.
¿Y la conexión con cosas techy y Web3?
Terminando el siglo anterior, las hermanas Wachowski nos abducieron a todxs a la Matrix. De forma exagerada podríamos tomar el efecto red de las redes sociales como un punto de partida hacia una de estas realidades. Ahora estamos despertando, dejando de usar redes sociales controladas por ejecutivos a los que no les importa la salud emocional de quienes las usan. Estamos adoptando, lentamente, otra clase de redes, federadas, tipo Mastodon, o descentralizadas a través de la blockchain, como Farcaster.
Hablando ahora de Web3, parte de la cultura tiene que ver con: Colaboración desinteresada, código abierto y descentralización. Todos valores que son implementados en las sociedades de las narrativas solarpunk para garantizar el equilibrio entre humano-humano, humano-máquina, máquina-naturaleza. Y cuando digo naturaleza nos incluyo como humanos, pues antes de estar en un ecosistema digital, estamos aquí en este mundo físico lleno de vida. La Web3 es fascinante y puede ser usada para conectarnos con el planeta que habitamos. , Aunque suene poco lógico hoy en 2024, tal vez si esto ocurre soñamos, en 2100 tendrá todo el sentido. No viviré para saberlo.
Concluyendo…
El trabajo de la literatura nunca ha sido el de solucionar un problema del mundo. Sin embargo, indirectamente nos ha ayudado a visionar tanto los peligros como los futuros posibles, donde logramos un equilibrio entre todas las áreas y necesidades.
Como generación tenemos el reto de construir un futuro donde nosotrxs y las siguientes generaciones puedan sobrevivir. Así como el libro Gaia de James Lovelock sirvió de fundamento para los movimientos ecologistas de los 60, 70 y décadas posteriores. Ahora tenemos la literatura Solarpunk para inspirarnos a generar las soluciones del S. XXI.
Un mundo mejor es posible
En los años 60 se empezó a hablar ampliamente de ecología, del cambio climático, de la necesidad de hacer algo. Desde entonces el pesimismo ha ido creciendo. Muchos científicos han estado literalmente como en la película Don’t look up con escenas igual de irónicas tratando de advertirnos lo que ya está pasando, mientras todos compartimos memes del fin del mundo.
No todo está perdido, hoy quien mire todo lo que planteamos como humanidad, especialmente en pequeñas comunidades, verá una pequeña luz que se desliza por un agujero de conejo y nos promete el país de las maravillas futurista. Parte de ese futuro lo estamos construyendo en cripto. Una razón más para que te quedes y hagas parte de esta historia.
Fuentes
Imagen de portada: The Fifth Sacred Thing by Jessica Perlstein www.jessicaperlstein.com Licencia Creative Commons.